Operación Petarse a Sánchez (parte 2)

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Ferreras miró hacia arriba, observando el conducto de ventilación que no paraba de moverse. En su interior, Albert seguía librando una batalla contra el maldito insecto comunista. Por fin ató cabos y se dio cuenta de cuál era la única arma que podía afectar a un bicho separatista. A pleno pulmón grito "¡Viva España unida!" y el pobre mosquito cayó rendido.

El conducto continuó temblando pero no se abrió, ni se rompió, ni nada parecido. ¿En qué clase de fanfic barato os creéis que estáis? ¡Qué no soy tan predecible, por el amor de Rajoy!

En una fracción de milisegundo, Albert desatornilló una rejilla con su infalible destornillador naranja multiusos. No perdió el tiempo y saltó a través de ella, con un brillo aterrador en su mirada, clavada en Pedro, que ni se había fijado porque estaba comiéndose la piruleta que encontró hace dos capítulos. Inda-chan, que estaba enterado de todo el plan, lanzó una bomba de humo de color morado, probablemente en un sutil intento de culpabilizar a Podemos de aquel acto vandálico. Miró a Albertito, que justo acababa de aterrizar en la mesa y le dijo: "El IBEX 35 te observa" y desapareció en un estallido demoníaco.

-¡Claro, primero no me dejáis hablar y ahora no dejáis que me vean los espectadores! ¡Rojos, que sois unos rojos! -gritaba Marhuenda cuan poseso.

Ferreras intentaba imponer orden ante tremendo caos, pero era demasiado tarde. Albert, también conocido como el político más kawai de España, se acercó a su rival en el amor con intenciones de cometer un asesinato en directo. El líder de Mandarianos lo tenía todo controlado, nada podía salir mal. ¿Nada? ¿Seguro? ¡Ja! De lo que no se había dado cuenta Albert es de que tenía los cordones de las deportivas desatados, con tan mala suerte que tropezó y le dio un barbillazo en toda la frente a Pedrolo.

-¡No! ¡Mi preciosa cara! -gritó el del PSOE, cubriéndose un chichón gigantesco con las manos.

Albert suspiró. Era capaz de darse cuenta de cuando un plan había fallado. La única opción posible era la retirada, así que aprovechando que el humo de la bomba de Inda seguía allí, saltó de nuevo hacia el respiradero y huyó cuan lagartija.

***

Esa misma noche Alberto Carlos Rivera se tumbó en su sofá de piel de bebé foca y puso las noticias. En la Sexta habían llegado a la conclusión de que aquello había sido algún tipo de accidente técnico. Inda-chan le había informado de que Pedro estaba en el hospital con un chichón de 5 cm de alto y que no quería que nadie le viese. Con esas pintas y después del ridículo de Al Rojo Vivo no pensaba declararse a Pablo-senpai. Albert sonrió. Entre sus dientes tenía la piruleta que le había robado a Pedro en medio de la confusión.

-No sonrías tanto -le dijo Inda-chan al otro lado del auricular. Cómo sabía que estaba sonriendo era un misterio. Quizá tenía cámaras en casa de Albert o quizá simplemente éste era demasiado predecible-. Tal vez antes debas saber que te ha salido un nuevo rival.

-¿QUÉ? -gritó mandarino, escupiendo la piruleta a tres metros de distancia-. ¿QUIÉN?

-Verás, es alguien con quien tienes muchas cosas en común... Tantas cosas en común que hasta tenéis el mismo nombre...

***

Mientras tanto a varios kilómetros de distancia, Alberto Garzón que acariciaba a uno de sus gatetes mientras observaba una foto de Pablo, estornudó tres veces seguidas.

-Vaya -le dijo al minino-, espero que sea porque están hablando de mí y no porque esté cogiendo alergia a los gatos.

CONTINUARÁ...


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