Mi caballero soñado (BTS JIMIN)

Capítulo 11. Lágrimas

Pasamos a través del bosque, las hojas nos cubrían del sol, las aves cantaban, el aire fresco golpeaba con nuestras caras y nuestros pies lentamente avanzaban.

Observaba su rostro y él el mio. No nos dirigimos la palabra, sólo estábamos en compañía del otro. En un momento tropecé con una rama, pero Jimin me atrapó en sus brazos antes de caer al suelo. Quedamos con nuestros rostros muy cerca, sentía latir mi corazón. No quiero enamorarme de un sueño, pero...

- Shh... ¿escuchaste eso?- preguntó colocando su dedo índice entre sus labios.

- ¿Qué cosa? - él se levantó y yo lo imité.

- Ocultate detrás de ese arbusto - señalo un arbusto de bayas que estaba detrás mio.

Fui a esconderme tratando de no hacer nada de ruido pero al llegar al arbusto pisé una rama y crujió.

De entre los árboles saltó un oso pardo bien grande y atacó a Jimin. Se defendió como pudo pero el oso era bastante fuerte y grande. El oso lo golpeó muy fuerte en la cara y Jimin cayó al suelo. No podía quedarme ahí sin hacer nada así que salí de mi escondite y fui donde Jimin.

- No... te acer... que...s - dijo casi sin fuerzas. - en tu ... tobillo, la ... daga.

Revisé mi tobillo y en una correa amarrada a mi pierna estaba la daga que recibí en mi dormitorio.
No quise pensar mucho y ataqué al oso desde atrás, directo al cuello. El oso comenzó a sangrar, pero eso no lo detuvo. Yo corrí en busca de algo para protegernos. Al volver con una piedra, Jimin estaba forcejeando con el animal.

- ¡TIRALA! - gritó

- ¡Pero te lastimará! - respondí preocupada.

- No importa, ¡Hazlo!

Me acerque rápidamente, golpeé al oso en la nuca y cayó inmediatamente al suelo.
Después me acerqué a donde estaba Jimin en el suelo, se veía débil y sangraba mucho. Lo único que pensaba era que no saldría nada bueno de esto. No sabía como buscar ayuda, no tengo la fuerza suficiente para llevarlo hasta el castillo. De repente me acordé del caballo así que hice un chasquido y apareció el animal junto a nosotros, busqué una forma de subir a Jimin en el caballo sin lastimarlo más de lo que estaba y cuando ya lo logré me subí y comencé a cabalgar.

Tenía sangre en mis manos, sus heridas estaban sucias, debía llegar lo más rápido posible o se infectará y se enfermará. Pensaba lo peor, nunca fui muy optimista así que los pensamientos que rondaban mi cabeza solo trataban de sufrimiento, sangre e incluso muerte.

Lloraba, lloraba pensando en que Jimin nunca más despertaría, que esa sonrisa que tanto me protege no pueda aparecer más, que su dulce voz no podría ser escuchada, que no lo volvería a ver, que no estaría para mí.