Capítulo 5

615 105 19
                                    

Katalia se sentía desolada. Mientras fregaba el piso del salón de baile, pensó que la vida era injusta a muchos niveles. Desde hacía más de cinco días que se corría el rumor de que el amo Shadowsky había asesinado a Katrina y al escudero, y que a ella no le había sucedido nada cuando él la tocó. Pero la joven sabía la verdad y eso la reconfortaba.

No pretendía complicar las cosas, pero Katalia esperaba tener otro encuentro con él, desde que había dejado de servirle sin razón aparente. Quería saber por qué había sobrevivido a su contacto y no muerto como el guardia. ¿Cuál sería la verdadera razón? El tema había estado en su cabeza por todo ese tiempo, dejándola en vilo por unas noches y casi olvidándose por completo de su libertad.

Remojó el trapo en un balde de madera y detuvo su labor por un minuto, descansando.

Desde el incidente, Katalia no se había encontrado más con Yuri. Él parecía saber más de lo que contaba, inclusive, cuando le comentó que no sabía la razón por la que había resistido el toque del amo. No era necesario ser brujo para entender que todos eran conscientes de cosas que ella no. Casi podía sentir en lo más profundo de su ser que el señor del castillo no estaba maldito por una ambición familiar. Sin embargo, hasta allí llegaban sus conjeturas.

Tomando una decisión instantánea, la muchacha se levantó del suelo y caminó hasta la cocina, donde acostumbraba estar Luc. Tenía que preguntarle por qué no estaba yendo a dejarle su almuerzo y cena.

Para cuando el calor sofocante del cuarto la embargó, Katalia ya se encontraba sudorosa de los nervios. Buscó por entre los sirvientes a su jefe y lo divisó hablando seriamente con María. Sin importarle mucho eso, se acercó apurada.

Tenía que saber todo, algo en su interior la forzaba.

—Señor Luc —llamó en voz baja, sin querer molestar a los dos.

Él viró su cuerpo entero, mirándola con unos ojos rojos y furiosos. Katalia parpadeó sorprendida, pero cuando lo observó mejor, se dio cuenta de que había sido su imaginación jugando en contra de ella. Luc tenía los mismos ojos claros que de costumbre, salvo que esa vez estaban enojados. Lo bueno, es que esa rabia no iba dirigida a ella.

—¿Qué sucede, Katalia? —Sintió un escalofrío recorrerle la espalda al oír su voz ruda.

La chica miró a María, quien tenía los ojos tristes y la observaban con cierto rencor. En ese momento, se percató de que traía puesto un vestido de Katrina. ¿Qué estaba sucediendo entre ellos dos? ¿Por qué, de pronto, se sentía como la entrometida? Apartando la vista de su compañera, Katalia miró con seriedad a su jefe.

—No quise interrumpir, pero estaría agradecida de saber por qué no he servido al amo Shadowsky como usted me ordenó —por primera vez en la vida, Katalia sintió el poder de la imponencia. Gloriosa y gratificante.

Luc la miró con atención de arriba abajo, sin razón alguna.

—Él ha pedido que yo haga tu trabajo por algún tiempo. No me dijo la razón —comentó cuando terminó de revisarla.

—¿Y sabe cuánto se prolongará ese tiempo? —preguntó ansiosa.

—¿Acaso estás ávida por fornicarte a nuestro amo y señor?

Katalia se ahogó con su propia saliva al oírlo. Después de calmar la insistente tos, ella lo miró con asco, conteniendo las desgarradoras ganas de abofetearlo por ofenderla de esa manera. Pero, ¿quién era para golpearlo? Él podría usarla para limpiar las paredes y estaría bien para todos...

Tragando en seco, hizo su mejor intento por tranquilizarse.

—No, mi señor. Solo quiero entender cómo es que no estoy trabajando para lo que se me pidió.

La melodía del que cayóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora