Capítulo 7

581 102 16
                                    

Un gemido de dolor escapó de sus labios. La brisa fría y fresca acariciaba un lado de sus facciones, alentándola a que abriera los ojos. Movió con inutilidad sus manos y piernas entumecidas, en un insulso intento por escapar. Su cabeza palpitaba, así como su pecho. El sufrimiento que sentía en el pecho superaba con creces cualquier otro martirio con el que haya tenido que vivir. Relamiéndose los labios secos, entreabrió un poco sus párpados para observar el panorama en el que se hallaba.

Con sorpresa, pudo reconocer el claro de la pesadilla que tuvo semanas atrás. El bosque oscuro y peligroso la rodeaba protegiéndola, al igual que un guardián temerario. Delante de Katalia, se alzaba una fogata ardiente de fuego furioso, que quemaba las ramas que tenía en la base. No sintió el calor que supuestamente debía de emanar, pero pensó que tal vez se debía a lo débil que se sentía. El cielo oscuro y poco iluminado adornaba el lúgubre lugar, haciéndolo parecer escalofriante a la vista.

—¡Oh! ¡Has despertado! —La voz de Katrina llegó a los oídos de la joven con una felicidad irreal—. Luc, creo que es hora de acercarla al fuego para que la engulla.

—Déjala allí, Katrina. Yo me haré cargo de esto —oyó pasos acercándosele, luego, el hombre que menos esperaba, apareció en su campo de visión—. Buenas noches, Katalia. Es apreciado que puedas estar presente en la noche más importante de tu miserable vida —sus ojos eran dos cuencas rojas con motas negras, danzando en constante furia.

—Déjame ir, por favor... —murmuró.

Él se acercó más a ella.

—¿Dejarte ir? No puedo, jovencita —extendió una de sus manos y acarició la mejilla más expuesta de Katalia—. Esta no es una oportunidad que se presenta todos los días. Por no decir nunca. Además, desde el primer momento en que te vi, supe que serías especial, pero que hayas sobrevivido al toque de Välgim, eso te hace el doble de especial —su boca se ensanchó, revelando una dentadura filosa y una sonrisa horrenda.

Luc se agazapó para poder tomarla en brazos. Katalia dejó la frescura y comodidad del suelo verde para encontrarse con el pecho duro e hirviente del hombre que más despreciaba en la Tierra. No entendía nada de lo que estaba sucediendo. En un segundo se entera de lo importante que es para una persona porque podía ser capaz de librarla de una maldición, pero tenía que morir para hacerlo, y al otro, es atacada por una mujer que no era quien pensaba, lista para ser sacrificada cual oveja.

Luc respiró con exageración el aroma de Katalia. Acercando su nariz al hueco que había entre su cuello y hombro, pasó su lengua por allí, como si estuviera marcando territorio. Al instante, sintió su carne arder, haciéndola gritar del dolor que le generaba. Él rió en respuesta y la llevó más cerca de la fogata.

—¿Por qué...? —susurró durante el trayecto.

—Bueno, podría decirte una buena razón, pero no quiero aburrirte, bella Katalia. Sin embargo, te puedo contar las de Katrina —una risa superficial se escuchó por todo el claro—. Ella siempre esperó por la atención de nuestro tan atento amo Shadowsky, pese a eso, nunca la obtuvo y fue ignorada —comentó, con una voz infantil y algo sarcástica—. Más de una vez ha venido a mí, rogando por un poder que no podía comprender pero que quería. En uno de sus tantos patéticos ruegos, le dije que podría ayudarla si ella lo hacía por mí.

Katalia tragó en seco cuando Luc la tendió de nuevo en el suelo, a orillas del fuego. Un sudor frío empezó a recorrer su cuerpo.

—No obstante, antes tendría que hacer algo: "morir" para que nadie descubra a la verdadera Katrina espiándote. Pero, ¿quién podría prestarse para tal tarea? Al instante pensé en María, así que, mediante su muerte, un conjuro y cánticos, cambié las apariencias de una por la otra. Qué increíble, ¿verdad? La magia negra puede hacer milagros —la joven meneó la cabeza hacia Luc y parpadeó cansada pero con comprensión. Ahora entendía la pesadilla que había tenido. No fue Katrina quien trató de ahuyentarla, había sido María.

La melodía del que cayóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora