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Me despierto con el sonido del timbre, el dolor de cabeza ya ha remitido y me desperezo antes de caminar hasta la entrada, pasándome las manos sobre los ojos para adecuarme a la luz.

—Buenos días —saluda con tono burlón mientras me paso las manos por el pelo—.

—Buenas tardes —susurro evitando un bostezo y cojo la flor que me tiende—.

—No te vi por clase.

—Me encontraba mal —respondo a su pregunta indirecta—. Pero ya me encuentro mejor.

—Cualquiera diría que esos claveles tienen un poder curativo.

—Podría decirse que sí —titubeo un rato—. ¿Luego podrías pasarme los apuntes de hoy? Cuando acabes de trabajar claro.

—Tranquila, eres la última entrega del día, en cuanto llegue a casa te los envío.

—Muchas gracias...

roses [a.i.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora