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—Por favor —pide otra vez, haciendo que sus labios se curven en un puchero bastante falso—.

—No voy a decírtelo.

—¿Por qué? —reclama como un niño pequeño alargando la última letra, es demasiado adorable—.

—¿De verdad quieres saberlo?

—¿Tú qué crees? —me responde sarcástico—.

—Se supone que esas flores deberían tener remitente y destinatario, pero solo tienen uno.

—¿Qué? —pregunta con una ceja alzada sin llegar a comprender—.

—Pero sí tienen una finalidad, sin ellas no vendrías aquí cada tarde.

—Joder.

—Esos modales, Ashton.

—Joder, joder, joder.

—Se te ha rayado el disco —digo entre risas por su reacción—.

*No sé si estaréis o no preparadas para el final, pero esto se acaba en la próxima parte.*

roses [a.i.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora