diez

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Querido Paulo:

Cuando apoyé mi cabeza en la almohada la noche anterior no podía hacer mas que pensar en el bonito momento que habíamos pasado minutos antes, y sonreír, sonreír como una niña de catorce años que había dado su primer beso.

Como dije, me acompañaste a casa en medio de la fría noche que caía en Turín, te acercaste mas de la cuenta para sólo ser un amigable beso de despedida en la mejilla, pero cuando lo noté sólo unos centímetros nos separaban. Entonces me atreví a mirarte y sentí como tus ojos me gritaban que querías que cometa contigo los errores que no he cometido con nadie.

Juntaste nuestros labios de una vez por todas, y yo te seguí.Y confíe en ti, aún sabiendo que eso significaba darte el poder de destruirme.

Anna.

Dear Paulo; Dybala [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora