diecisiete

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Querido Paulo:

Quisiera culpar a mi hermano por invitarte a la despedida que organizó mi familia, pero todo pensamiento de odio se esfumó de mi mente cuando te vi entrar por la puerta principal.

Llevaba meses sin verte, y cuando me abrazaste, pude sentir como las piezas de mi corazón volver a unirse al menos por unos segundos.

Ahora, cuando llegó el momento de la despedida, recuerdo nuestro último beso; tan dulce y a la vez tan amargo, un beso con sabor a lágrimas, vaya acuerdo suicida ese de juntar nuestras almas por última vez, ser uno nuevamente, sabiendo que no volveríamos a serlo jamas.

Y saliste por mi ventana como en las otras noches, sólo que ésta vez, para siempre.

Anna.

Dear Paulo; Dybala [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora