Diecisiete: Un Chispeante viaje en autobús

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Un autobús con veintiocho asientos en total, más el del conductor en suma es un total de veintinueve. Hace su primera parada cuando apenas sale el sol, por eso dicen que al trabajar más temprano se obtienen mejores resultados.

El vehículo esta adornado alegóricamente con estampitas de santos, afiches de tiendas y de publicidad. Incluyendo un letrero que advierte que no se permite la entrada con comidas y bebidas.

En su primera parada se suben cinco chicos, que llenan de sonidos eufóricos los pasillos. Dos de ellos tienen más vellos en sus axilas que el conductor en todo su cuero cabelludo, lo cual muchos no notan ya que usa una gorra de color azul rey con un logo de su línea de transporte público, y esa gorra además de tapar su calva, hace juego con su camisa del trabajo, es un uniforme.

Como una típica pandilla de chicos, o grupo de amigos, por así decirlo, escogen los asientos del fondo. Los cinco asientos que están juntos para así hacer sonidos más a gustos. Las camisetas iguales de los chicos dejan notar que son aparentemente de un equipo de baloncesto, además de sus bromas de pasar el balón.

—Viejo, pon algo de tu música —dice uno, y choca las manos con sus compañeros como si acabara de encestar quedando cinco segundos en el tablero. Cuando en realidad lo único que ha notado es su falta de educación.

El conductor no se inmuta y obedece. Deja sonar la melodía de una rap que le cae bien a gustos a los cinco chicos. Luke, Martin, Terw, Uziel y Roger, nombres que llevan los cincos chicos bordados en su camisetas correspondientes. Se identifican con la canción que habla del miedo callejero, la tararean, hacen los coros y fingen cantar la letra. Están distraídos, pero no lo suficiente para no notar la nueva pasajera que sube en la próxima parada.

Sube una chica con una mini falda, y una camiseta de Blondie, en cuanto ve que los chicos no le quitan los ojos de encima les suelta su típica mirada asesina. Lo que es suficiente para incomodarlos y hacerle saber que ese par de piernas no son lo que parece. Toma el asiento detrás del conductor y saca un comic para leer de su bolsa. Está inmersa en la lectura hasta que alguien se lanza en el asiento de ella y la empuja hacia la ventana.

—Oye que te pasa imbécil —suelta

—Disculpa, el autobús ha arrancado de golpe —el chico lo lamenta.

Ella no le hace caso, y solo le revira sus ojos. Continua leyendo, y esta vez el chico curiosea en la revista, se da cuenta que le gusta lo que ve y que no tendrá otra oportunidad para leerlo, es por eso que no le quita sus ojos de encima, incluso aunque debiera estar repasando sus apuntes de física para su examen en la universidad.

En la próxima parada, el vehículo se detiene y es cuando sube prácticamente un jardín de niños completo, que por la pinta van tarde. En realidad sube una madre soltera con trillizas y un bebé. Todas las niñas van con las mismas coletas pero con distintos colores. La madre se va hasta el fondo y sienta las tres niñas juntas, ellas pelean por falta de espacio, mientras que lo único que puede pensar la madre mientras se sienta en el asiento de al lado es que se le va a reventar el brazo por lo obeso del bebe. Al parecer la leche materna, las compotas y los batidos de fruta lo han convertido en un pavo navideño.

—Niñas cierran las piernas para que entren todas —las reprende.

—Entrarían si usted las fuese cerrado hace rato —bromea uno de los jugadores.

La mujer se ofende y tira la mirada.

—Luke, vaya. ¿Acaso no saludas a tus hermanas? O es que tu papá te lo ha prohibido por que no tienen su apellido.

Sus amigotes lo miran con rechazo —Luke ¿esta es la amante de tu papá, eres tu el quintillizo?— Bromean sus amigos, y el no contesta. Le ha salido el tiro por la culata, y eso que el chiste lo dijo Roger. Se encoge de hombros y se hunde en el asiento. Hasta que el autobús da un brincazo como si fuera un parque de diversiones.

Coleccionista de HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora