Capítulo 5

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-Estás borracha, debería llevarte a casa.
-¡No! Por favor, a mi casa no, por favor, a cualquier sitio menos allí.
Él me mira unos segundos y me sujeta de a mano, apretándola suavemente.
-Pero creo que es lo mejor, así tus padres.. Digo tu padre, podrá ayudarte y cuidar de ti.
Gracias a la ebriedad, le cuento todo sin siquiera darme cuenta de que lo estoy haciendo.
-Cualquier bicho de la calle me cuidaría mejor que ese hombre. Nunca se ha preocupado por mi, para él solo existo cuando necesita desahogarse a puñetazos  o cuando quiere que le lleve algo. Soy como un saco de boxeo con patas que obedece órdenes.
Me mira asombrado, sin soltarme siquiera la mano, lo que me causa un rubor no muy común en mi.
-Esto...-se rasca la nuca nervioso- ya se, te llevaré a mi casa, no habrá nadie en un tiempo y creo que será mejor que que te quedes en casa de tu padre.

Le miro incrédula al escuchar lo que dice, apenas le conozco y aún así me invita a su casa. Puede que este borracha, pero no soy tonta. Niego varias veces mirándole a los ojos, a lo que él sólo ríe en silencio, mirándome al igual que yo.

-Vamos, crees que te voy a violar, ¿no? No voy a obligarte, pero tampoco puedo dejar que te quedes aquí sola, más aún en el estado que te encuentras, ¡ni loco! Además, si se aprovechan de tu borrachera, ¿eh? Vamos, voy a llevarte a tomar algo, se un sitio en el que el alcohol se desvanecerá de tu cuerpo en un abrir y cerrar de ojos.

Sonríe tan sincero que me es imposible decirle que no, pero de todas formas le pongo una condición.

-Nada de coche, vamos a pie, y espero que este cerca y dentro haga calor, porque aquí en la calle hace un poco de frío.

-De acuerdo, nada de coches. Y sí, hace calor y se está de puta madre.

-¡Jake!- grito riendo al escucharle pronunciar tales palabras.

-¡Qué!- contesta de la misma manera, aguantando la risa al verme tambalearme.

-No digas... palabrotas, y ayúdame a no caerme anda.

El rubio obedece y me sujeta de la cintura a la vez que continua el camino, solo que más despacio ya que yo no puedo ir al mismo ritmo que iba él apenas unos minutos antes.

Cuarto de hora más tarde, llegamos a una de las calles más alejadas de la ciudad, la cual está llena de tiendas, gimnasios, peluquerías, restaurantes, etc. Es como una calle comercial, en la que no hay apartamentos residenciales ni casas. Paramos en uno de los bares más cercanos, cuya apariencia es bastante agradable. La pared exterior es marrón chocolate, la puerta, de un cristal limpio y reluciente, al igual que el gran ventanal que hay apenas a unos centímetros de distancia. Encima de ambas, hay un cartel de madera clara en el que, en letras cursiva, pone: " Scarlet's hole"  

Miro a Jake preguntándole con la mirada, a lo que el responde de inmediato.

-Es donde trabajan mis padres, está a nombre de mi madre, pero es el oficio de la familia.

Sonrío y entramos, yo con su ayuda para no caerme. Ya no estoy como antes, ahora pienso con claridad y no me río constantemente, pero aún así no consigo andar sin hacer zigzag y sin caerme. Jake grita un "Hola" al que una voz de mujer le responde de la misma forma, al parecer desde otro sitio. Segundos más tarde, sale de una puerta detrás de la barra una señora quien, a mi parecer, es la dueña del saludo que a respondido al del rubio. La señora, de unos cuarenta y pico años de edad, pelo rubio oscuro con alguna que otra cana, y unos ojos muy parecidos  los de mi amigo, se acerca a nosotros con una gran sonrisa, la que, al mirarme, se ensancha más aún.

-Mamá, esta chica es amiga mía, necesita ayuda. Ya sabes a que tipo de ayuda, al parecer el alcohol lo ha quemado casi por completo, pero aún no consigue mantenerse en pie ella sola.

-Oh...¡¡Jeremy!!¡Sal! Nuestro hijo ha traído a una amiga.

Un hombre alto y bastante atractivo, con el pelo peinado al estilo de Edward Culen pero de color gris a causa de los años, aparece por la puerta de la que había salido la madre de Jake. Este traía en sus brazos a una niña de unos ocho años, también rubia, al igual que la mujer. Y al lado de ambos, un niño casi idéntico a la niña, y de unos ocho años también; nos miraba atento con sus grandes ojos.

-Ellos son Jeremy, mi padre, Matt y Alice, mis hermanos. Son gemelos.

Asiento mirándoles a la vez que me los va nombrando, y sonrío al ver a la niña mirarme con curiosidad. Esta ríe al ver mi reacción, y saluda con su pequeña mano.

-Vaya, que chica más guapa tienes Jake, aunque un poco delgada, debería comer más, ¡está en los huesos!- dice Jeremy sonriendo. No puedo evitar agachar la cabeza avergonzada al recordar el por qué de mi apariencia tan menuda. 

-¡Papá!- Dice él agarrándome aún por la cintura, haciéndome sonrojar y morderme el labio casi inconscientemente.

-Perdón perdón. Bueno, niños, ¿me ayudáis?-dice el padre de los nombrados mirándoles, a lo que ellos sonríe y asienten. Luego salen corriendo a lo que creo que es la cocina, seguidos por Jeremy.

El corazón se me encoje al pensar en la bonita familia que tengo ante mis ojos. Se nota el amor y el cariño que se tienen, y me entristece el saber que yo nunca la podré tener.




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