Capítulo 10

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Vamos, vamos, vamos... No pude aguantar un segundo más, en cuanto sonó el timbre me levanté del pupitre y salí corriendo al baño. Tenía que llamarle, no podía esperar.
Un tono. Dos. Tres. Cuatro. Nada.
Era desesperante. No conseguía contactar con él y los nervios aumentaban por cada segundo que pasaba. Tres intentos después, dejé de intentarlo más. Me deshice del movil dejando atrás cualquier tipo de esperanza. Apoyé mis ya humedas por las lágrimas sobre las rodillas, lo que, por culpa de la ira, acabó siendo golpes contra estas.
Una voz me sorprendió al otro lado de la puerta. Me sonaba bastante, sin embargo, no tenía ni la menor idea de a quién pertenecía esa voz tan aguda.
-Venga, sal de ahí.
Aún con la duda de si era a mi a quien le hablaba, continué con mis lamentos internos y silenciosos, volviendo a mi estado anterior. Nuevamente oí las molestas e insistentes quejas de aquella voz ajena, provocandome más dudas. Me decidí por salir a comprobar si estaba en lo cierto y era yo la causa de las exigentes quejas de quien parecía ser una chica.
-Al fin sales, ya creía que estabas sorda.- me sorprendió ver quien era la dueña de aquella voz. Una niña de unos diez años, cuya apariencia era inferior, me miraba desesperada con sus enormes ojos marrones. Tenía el pelo corto y un rubor intenso. Por alguna razón se me hacía muy familiar. Al momento caí en la cuenta. Era la chica que se sentaba al lado mio en clase.
-Mi nombre es Danielle. Me siento a tu lado en clase, no se si te has dado cuenta.
Su imborrable sonrisa me incomodaba demasiado, lo que me hacía apartar la mirada constantemente.
-Creo que no estás en condiciones para seguir con el resto de las clases, pero tranquila, ve a la habitación a descansar, yo le diré al resto de profesores que estás indispuesta por el viaje. Es normal, casi el 75 por ciento de los estudiantes faltan los primeros días por depresión, morriña o incluso ansiedad por el cambio.
Asentí aún desorientada por la amabilidad de la chica. Me alejé de ella en dirección a la puerta y antes de salir, volví a mirar en su dirección.
Una vez dentro de la habitación, intenté volver a contactar con Jake, cosa que fue en nulo, ya que este no contestó. Lloré el resto de la tarde, sin poder evitar el no pensar en él, en lo que estaría haciendo, en lo que estaría pensando, y en mil cosas más, todas relacionadas con él.
A eso de las seis y media, el sonido de la manilla de la puerta me hizo despertarme sobresaltada, no esperaba visita y mucho menos con tanta facilidad de entrar.
La lacia melena de Danielle hizo que me relajase, aunque no me hizo alegrarme ni un poco. Las insistentes quejas de la muchacha hicieron que le contase lo que me ocurría, y a decir verdad, me sirvió de mucha ayuda. Ella me acariciaba suavemente el pelo a la vez que me tranquilizaba con sus consejos y alagos.
Era mi primera amiga.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2016 ⏰

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