Capítulo 8

6 2 1
                                    

-¡¡Maldita seas!!- repitió por duodécima vez Jake sobándose desesperadamente la cabeza buscando cualquier indicio de brecha o chichón, cosa que dudo que tuviese ya que apenas se había dado en la cabeza.

-Oh vamos, no seas quejica. Solo has caído ligeramente al suelo.-dije aguantando la risa- en realidad no, no es mi culpa que seas un gordo de veinte metros que al caer desde una cama haga que el mundo entero se mueva, ahora ya hay una explicación para los terremotos y los tsunamis.

-Oh perdona, señorita medio metro, la cual esta como un tren porque está haciendo una dieta a base de Nutella, Nutella y... ¡Ah! Más Nutella.

-¿¡Me estás llamando gorda?! Tú quien te crees para llamarme gorda, ¡Eh! Y medio metro...¡Medio metro!-Toda yo hacía un gran esfuerzo por no reírme, tenía que parecer que estaba enfadada de verdad. Me di la vuelta fingiendo estar indignada y me crucé de brazos, esperando a que Jake actuase de alguna forma. Un minuto. Dos. Tres. Nada. Miré disimuladamente a mis espaldas, pero cuando ví la silueta del rubio teñido tendida en mi cama, con los ojos cerrados, la sangre me empezó a hervir.-¡¿Serás caradura?!Vamos, ¡levántate ahora mismo!

No tardó ni cinco segundos en levantarse y correr hacia mi, pero su expresión me desconcertó totalmente. Era preocupación y miedo, mucho miedo.

-Tus ojos... ¿Qué... qué te pasa? Vamos, vamos a urgencias.

Extrañada, pasé mis dedos por la cuenca derecha de mi ojo, examinándolo con el tacto. Todo estaba normal.

Y así pasó el día, al parecer, el problema de mis ojos sólo había sido una estúpida broma, que hizo que mis ansias por venganza aumentaran. Estuvimos el resto del día entre bromas, enfados fingidos y risas, lo que agradecí mucho ya que me hizo olvidar el homicidio de días atrás.

Un mes después.

Ya no aguantaba más en casa, todo me aburría, hasta la música se hacía insoportable para mi trastornada mente. Jake venía a diario, hablaba conmigo hasta que caía rendida en la cama y él se iba de madrugada. Por las mañanas, me levantaba tarde, sólo por no estar tanto tiempo en pie sin tener que hacer.
Un día después de que se cumpliese un mes, decidí cambiar mi rutina y salir a dar un paseo, por lo que preparé la ropa que me pondría y me metí a la ducha. Antes de hacerlo, le mandé un mensaje a Jake avisándole de que saldría e invitándole a hacerme compañía.
Recogí mi pelo en dos trenzas, aunque mejor dicho, sólo llegue a hacerme una y media. Pues cuando estaba por terminarla, alguien llamó a la puerta de tal forma, que sólo con oír la estruendosa llamada daban ganas de encerrarse y no salir de la habitación hasta que todo volviese a estar en calma. En cambio, baje aún intentando no equivocarme en mi laborioso peinado a la vez que bajaba las escaleras, camino a la puerta.
No me molesté si quiera en mirar a través de la mirilla, lo que me habría ahorrado bastante angustia aquel día. Tiré del picaporte una vez quitado el seguro y dejé a la vista mi ancho pijama rosa desteñido a fuera quien fuese que me esperaba al otro lado del umbral.
Sólo logré articular un "Hola" con duda, dándoles a entender a las dos personas que estaban ahí que no tenía ni idea de quienes eran.
Una chica de unos treita y pocos años, figura estilizada y esbelta, pelo rojo natural casi naranja, ojos grandes y verdes que mostraban el cansancio que daba cuidar a un niño, posiblemente aún bebé y una sonrisa falsa que a simple vista demostraba lo contrario. A su lado, un hombre de cuerpo fornido, piel oscura y en sus cuarenta, aunque muy bien cuidado, tanto que parecería un veinteañero si no fuese por sus ya marcadas ojeras por la edad. Ambos llevaban traje gris, el de ella compuesto por falda de tubo y zapatos de tacón negros.
-¿Señorita Dalas?-preguntó el hombre cuya voz era autoritaria y firme.
-Mm.. Sí, soy yo. ¿Qué ocurre?
-Somos los encargados de Asistencia a menores,-habló por primera vez la mujer-y dado que ahora has quedado huérfana y tan sólo tienes dieciséis años, nos vemos en la obligación de llevarte con nosotros.
-Espera, ¿qué?
-Tienes media hora, recoge tus cosas y prepárate, tenemos cosas que hacer.

Mundos distintosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora