Capítulo 6

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Ya había oscurecido mucho antes de cuando Jake y yo salimos de aquel lugar tan familiar en el que trabajaba su familia. Ambos caminábamos en silencio, esperando algo por parte del otro, algo que nunca llegaba. Unos metros de distancia después, Jake me miraba constantemente, con una sonrisa imborrable que le hacía un chico sereno y lleno de paz, lo cual aún no sabía dado que apenas le conocía de unas horas. Unas de las mejores horas de mi vida, al fin tenía un amigo.

de vez en cuando yo le miraba por el rabillo del ojo para confirmar si su penetrante mirada seguía sobre mi, la cual no dejaba de contemplarme detenidamente, junto a su gran sonrisa de ángel.

-¿Qué pasa?- le pregunto mirándole tras varios minutos de silencio.

-¿Qué debería pasar?- contesta de la misma manera, sonriendo más amplia mente que antes.

-¿Qué es lo que te hace mirarme tanto?

Al decirle eso solo deja de observarme, para posar su mirada en el asfalto bajo sus pies, sin dejar de sonreír claro. Creo que a partir le voy a llamar Mr. Smile, ¿ingenioso, no? Ojalá yo pudiese tener una sonrisa tan sincera y bonita como la tiene él. Cambiamos los puestos, y ahora, la que no deja de mirarle soy yo.

-Eres una chica increíble, muy guapa y con una personalidad impresionante, por mucho que la escondas, a mi no me la cuelas. Ese papel de chica discreta e invisible, a mi no me vale. Se que en el fondo eres una muchacha de un corazón enorme, con un gran sentido del humor, sincera ante todo y con una inteligencia superior a la de cualquier chica de tu edad. Solo te falta, una buena vida y te diría que a alguien que te valore como eres, pero para eso ahora me tienes a mi. Puede que yo tenga pinta de niño engreído cuya familia es perfecta y sus notas de escándalo. Y a ver, lo de la familia y las notas puede que sea cierto, pero tengo sentimientos y valores, ya soy mayor para saber que está bien y que no.

Paré en seco al oírle hablar de tal forma. Sabía que era un chico con conocimientos, pero no sabía su tan extraordinaria forma de ver las cosas, su forma de hablar y sus admirables palabras. No pude evitar el no ponerme colorada al recordar la descripción que había hecho sobre mí, pues había dado en el clavo.

-E...Eres increíble-es lo único que logro decir. Él se giró al notar que me había parado y me miró con duda en la mirada. La sonrisa de su rostro se desvaneció pero no tardó en volver casi al momento. Dió unos pasos hasta estar al frente mio. Puso su suave mano sobre mi mejilla, y me miró detenidamente, lo que me causó vergüenza y evité sus penetrantes ojos marrones. Noté sus cálidos labios sobre mi frente por lo que abrí los ojos sorprendida ante su acto y, por primera vez en mucho tiempo, sonreí siendo consciente de ello.


Dejé las llaves en el recibidor antes de subir a mi habitación, evitando cualquier indicio de ruido a mi alrededor. Me despojé de la ropa que llevaba en la fiesta y me metí al baño, el cual estaba al otro lado del pasillo. Me dejé el pelo suelto y me duché con el agua casi ardiendo.

Cerré el grifo y me envolví en una de las dos toallas que había dejado antes de entrar a la ducha sobre la tapa del váter. Iba a secarme el pelo cuando un fuerte estruendo me alertó. Salí corriendo a mi habitación para ponerme una camiseta que me llegaba hasta los muslos. Bajé corriendo las escaleras mirando los peldaños para no tropezar, y una vez abajo, fui a la cocina, de donde había surgido el estruendoso ruido.

Grité. Grité como nunca al ver a mi padre tendido en el suelo, sobre un charco de lo que seguramente era sangre, la cual venía de un orificio en la parte derecha de su cabeza. Tenía una pistola en la mano izquierda, lo que daba a pensar que había sido un suicidio, si no fuese porque mi padre era diestro. Además, la herida estaba en el otro lado, lo que dejaba más que claro que él mismo no se había disparado y que fuera quien fuese el asesino, aún seguía aquí.







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