CAPÍTULO 18

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Sofía salió corriendo de la habitación, lo que no sabía, era que tenía que preguntarle a la ouija si podía irse, pero no lo hizo.

Felipe se lo advirtió pero a ella se le olvidó. Le pasarían cosas tremendamente terribles.

Pero Sonia y Felipe siguieron hasta el final de la ouija y no le ocurriría nada.

Sofía se subió a su cuarto y vio la vela apagada, de repente la vio como iba encendiéndose poco a poco. Tras visualizarla unos minutos salió detrás el niño con el ceño fruncido y con los cuchillos clavados.

Comenzó a sonar la música de procesión y Sofía empezó a llorar pensando que estaba loca.

No podía soportar pensar eso. Al tumbarse en la cama notó como si alguien estaba tumbado en la cama junto a ella. Se dio la vuelta y no había nadie.

A Sofía le gustaba la música clásica, al ver su teléfono móvil empezó a sonar una bonita melodía de música clásica. Sofía empezó a dormirse dulcemente, poco a poco y...

...TUN...TUN unos fuertes golpes la despertaron rápidamente.

Los golpes procedían del techo, la música del teléfono móvil seguía sonando. Era una bonita melodía que tenía Sofía. Bebió un poco de agua. Cuando miró el vaso, tenía un color extraño, tenía un color rojo como si fuera sangre. Se echó un trago y lo escupió rápidamente.

Miró hacia su alrededor y vio dos niñas gemelas, con vestidos blancos y llevaban el cabello trenzado; también llevaba unos lindos y finos lazos de color rojo en el cabello. 

Sonia y Felipe se volvieron a incorporar ante las pantallas de ordenador y televisores. Se colocaron los auriculares, En el cuarto de Sofía había otra cámara con micrófono, los dos hermanos se quedaron boquiabiertos al ver lo que había en el dormitorio.



La casa abandonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora