Capítulo 13 | Adiós

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No recuerda cómo llamó a la ambulancia. Sólo sabía que su mamá estaba en urgencias y ella estaba en la sala de espera, completamente sola. Una lágrima resbalaba por su mejilla. Sabía que lo peor sólo había empezado. Miraba el piso con la mirada en blanco cuando el doctor se acercó. Amy había pedido impaciente información sobre su mamá, a lo que el doctor por fin dijo lo que ella temía escuchar.

—Tu mamá ya está muy delicada. El cáncer ya está muy avanzado, pero por ahora la estabilizamos. Necesitamos que se quede aquí unos días más para unas cuantas revisiones finales. Puede pasar a verla, es la habitación 45B.

—¿Cuánto tiempo, doctor? —preguntó Amelia con hilo de voz.

—No sabría decirle... Tal vez una semana, o menos.

—Gracias.

El doctor se fue y Amelia se dirigió a la habitación de su mamá. Abrió lentamente y vio a su mamá despierta, mirando el televisor.

—Hola, mamá —se anunció y su mamá volteó a verla.

—Hija, mírate. Estás pálida y tienes los ojos rojos... Qué susto te causé, lo siento tanto cariño.

—¿Cómo te sientes?

—Bien... El doctor me ha dicho que de ahora en adelante sólo empeoraré así que...

—¿Cómo puedes estar tan tranquila? —dijo Amelia, alterada—. ¿Cómo puedes estar tan tranquila cuando sabes que... —su mamá la interrumpió.

—¿Que moriré? Amelia... —empezó a decir su mamá, tomando su mano—... Dediqué toda mi vida a cuidarte y a formar a la persona que eres ahora. Mírate. Eres una mujer fuerte, que puede salir adelante por sus propios méritos y que disfruta de la vida. Estarás bien sin mí y eso me tiene en paz. Desde que me diagnosticaron cáncer sabía que este momento llegaría. Me he preparado mucho tiempo para ello... No quiero verte así.

—Es inevitable —respondió Amelia, limpiándose las lágrimas que habían salido de sus ojos por las palabras de su mamá—. Te amo, mamá.

—Yo también te amo cariño —respondió y se abrazaron fuertemente.

Pasaron dos días más y Amy no se separaba de su mamá más que para ducharse. Dormía en su habitación y comía en la cafetería del hospital. Ed la había llamado muchas veces y ella no había contestado. Si se enteraba de lo que pasaba sabía que iría de inmediato y ella no quería que eso pasara. Hoy tenía un concierto en Australia y sabía que no podía estar con ella.

Al día siguiente, mientras regresaba de ducharse en su casa, Giselle le llamó.

—¿Dónde estás? —preguntó su amiga alterada—. Nunca estás tanto tiempo sin aparecer por aquí. Estoy preocupada ¿Tu mamá y tu están bien?

—Gis... Mi mamá está en el hospital —respondió Amy con la voz quebradiza—. He estado aquí tres días y el doctor dijo que le daba menos de una semana. Estoy pasando todo el tiempo que puedo con ella.

—Dios mío Amy... ¿Por qué no me dijiste antes? ¿Estás sola? —preguntó y Amelia contestó afirmativamente—. En este momento voy para allá.

—Es la habitación 45B, muchísimas gracias.

—Ni lo menciones, pero, un momento... ¿Ed sabe algo de esto?

—No y por ningún motivo debe de enterarse. Sé que vendrá y no quiero eso. Me llama mil veces al día pero no le he contestado.

—Mientras limpiaba escuché a Scoot hablando con él, tal vez hablaban de ti porque él seguía repitiendo que no había visto a alguien por ningún lado.

—No le digas a nadie Giselle... Ni siquiera a Bill, no quiero que nadie se preocupe.

—Está bien, entonces nos vemos allá.

Ed estaba preocupado y a la vez enojado. Había llamado a Amelia antes de subir a su vuelo con dirección a Australia pero ella no le había contestado. Cuando al llegar le llamó y ella tampoco había contestado, algo empezó a preocuparle. No sabía qué hacer estando a millones de kilómetros de distancia. Miles de cosas empezaron a pasar por su mente: ¿Habría regresado con John? Imposible. Tal vez estaba muy ocupada en su disco... Lo que le parecía poco probable, Amy siempre se hacía un tiempo para hablar con él. ¿Y si le había sucedido algo a su mamá? Había llamado a Scoot para preguntarle por ella pero había dicho que hacía tres días que no se aparecía por el edificio. Antes de salir al escenario, le mandó un mensaje preguntándole que si ella y su mamá estaban bien... Si no contestaba en un par de días, tendría que regresar... Y rápido.

Su mamá había muerto. Se había cumplido una semana desde que la había llevado al hospital. Ella dormía a su lado y la sintió fría. Fue cuando las enfermeras llegaron. Fue cuando su mamá se había ido. Todo ese proceso funerario estaba en blanco. Giselle había estado ahí en todo, la había consolado cuando sólo quería arrojar todo lo que se encontraba en la habitación, cuando de sus ojos salían mares de lágrimas, cuando ya no podía llorar más y su mente estaba en blanco... Se lo agradecería por siempre.

Cuando le entregaron las cenizas de su mamá, todo se había vuelto más real. Jamás volvería a verla. Giselle, Scoot y Bill la acompañaron a esparcir sus cenizas en una playa cercana. Le había informado a su papá acerca de los acontecimientos y sinceramente, esperaba verlo ahí. Él jamás llegó. Había sido un deseo bastante ridículo. ¿Después de tantos años en verdad creía que a él le importaba? Al terminar el funeral, todos se fueron, ofreciendo su ayuda cuando se necesitara. Giselle sabía que era momento de dejar a Amy sola.

Ella no quería irse a su departamento. La realidad la golpearía fuerte si veía las cosas de su mamá... Cosas que jamás volvería a utilizar. Decidió hacer uso de la llave que Ed le había dado antes de irse. Tomó un taxi hasta el edificio de él y entró a su departamento. Todo estaba muy frío. Revisó su celular y se soprendió al no ver más llamadas suyas. Esperaba que siguiera llamándola para poder explicarle. Se puso una de sus camisas como pijama y se acurrucó en su gran cama. Se ocultó bajó las cobijas y aspiró su aroma impregnado en las almohadas. Lo extrañaba. Cerró los ojos y dejó la mente en blanco. No quería pensar.

Abrió los ojos cuando sintió un peso a su lado. Volteó rápidamente y lo vio. Era Ed, que la veía fijamente. Ella rápidamente lo abrazó, lo acercó más a ella y empezó a llorar.

Eres tú | Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora