Capítulo 12 | Despedida

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Ed observaba a Amy que estaba acurrucada en sus brazos. Besó su cabeza y ella enterró su rostro en su torso desnudo. Delineaba los tatuajes de Ed con sus dedos mientras él la atraía más hacia su cuerpo. La veía tan hermosa con su cabello esparcido por la almohada y con los rayos de luz que empezaban a atravesar la ventana y alumbraban su rostro. Sus ojos brillaban y sus mejillas estaban rojas por lo que había sucedido momentos antes.

—¿Estás bien? —preguntó Ed con voz ronca—. ¿No te duele nada? Fui muy brusco, yo...

—No te preocupes, estoy bien —respondió Amy con una sonrisa—. Lo que no está bien es esto —empezó a decir mientras le dejaba ver un chupetón por debajo de las clavículas—. ¿Qué pasará si mi mamá se da cuenta? Me voy a avergonzar mucho si pregunta.

—Sólo debes decirle que tú empezaste cuando te pusiste borracha anoche —contestó él, divertido. Amy rió por su respuesta.

Se quedaron mucho tiempo abrazados disfrutando de la compañía del otro, abrazándose y recordando cada detalle que pudieran para poder sobrevivir cinco meses sin el otro. Dieron las siete y Ed se levantó por fin para bañarse y alistar todo lo necesario. Él había insistido en que Amy lo acompañara pero ella decidió preparar el desayuno, de otra manera nunca saldrían de la ducha.

Ed salió del baño y se vistió antes de ir a la cocina. Amy tenía puesta una de sus camisas que le quedaba bastante grande. Estaba preparando pan tostado, café y huevos estrellados, lo único que Ed tenía en el refrigerador.

—Espero que te guste, es todo lo que encontré —dijo Amy sirviéndo dos platos en la barra. Desayunaron en silencio, no se dijeron nada y realmente no era necesario. El silencio los unía más que las palabras. Ed levantó los platos, diciendo que todo había estado delicioso. Empezó a lavarlos mientras Amy lo veía de lejos. Se acercó a él y abrazó su espalda—. ¿Ya estás listo?

—¿Me acompañarás al aeropuerto?

—No lo sé, tal vez haya muchas fans y paparazzis.

—En realidad no me importaría. Quiero que me acompañes —dijo terminando de lavar los platos. Volteó a verla después de secar sus manos. La cargó para sentarla en la barra de la cocina. Ella rodeó sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello. Él acariciaba sus piernas suavemente.

—Pero no tengo nada para ponerme.

—Puedes ponerte algo mío, no importa. Así te ves hermosa —dijo y Amy rió.

—Sí claro, puedo salir en ropa interior si quieres —contestó ella bromeando.

—No es tan mala idea... —contestó él divertido, a lo que ella le dio un pequeño golpe en el brazo.

—Tengo algo que darte —dijo Ed. Metió una de sus manos en el bolsillo trasero de su pantalón y sacó una llave. Se la entregó—. Es para que pases por aquí mientras no esté. Puedes entrar y salir cuando sea. Puedes usarla cuando me extrañes mucho —dijo mirando a Amy a los ojos. Ella sólo podía mirar la llave, sorprendida. Esa llave era una muestra de la confianza que le tenía y eso la hacía muy feliz. Lo besó acercándolo más a ella. Ed volvió a poner sus manos en las piernas de Amy para acercarla lo más que pudo.

—Iré a vestirme o perderás el vuelo.

Cuando llegaron al aeropuerto, había muchos paparazzis y fans. Ed salió rápidamente y ella salió detrás de él. Todo el proceso de boletos y equipaje se hizo en una habitación privada para evitar que se corrieran riesgos de seguridad tanto de Ed como de las fans. Cuando por fin todo el papeleo estuvo en orden, llegó la hora de despedirse.

—Diviértete mucho, haz feliz a todas tus fans. Te mereces todo eso y más —le dijo Amy con una sonrisa—. Ya vete que casi sale tu vuelo y Phil debe estar desesperado.

—¿Ya no me quieres ver? —preguntó Ed, fingiendo estar herido.

—De otra manera te llevaré conmigo de regreso a tu departamento.

—Te llamaré, lo prometo. No perderé el contacto, ten siempre tu teléfono a la mano. Si cuando regrese ya no estás enamorada de mí, prometo encontrar al nuevo tipo y hacerle la vida imposible —dijo él, riendo.

—Eso es casi imposible que pase, lo sabes —contestó Amy. Se abrazaron por mucho tiempo, disfrutando del calor de sus cuerpos. Después, juntaron sus labios en un pequeño beso que sabrían que no les alcanzaría para cinco meses pero que si lo hacían más largo, podrían correr el riesgo de no querer separarse—. Buen viaje.

Ed se alejó de ella, caminando de espaldas para poder verla hasta el último minuto. Ella sonrío y se dio la vuelta. Empezaban los meses más largos de su vida.

Tres meses pasaron y Ed y Amy se comunicaban frecuentemente. Ed le contaba todo lo que hacían el tour y le mostraba a Amy los paisajes desde la ventana de su habitación. Alemana, Francia, Ámsterdam, Irlanda... todos los países por los que pasaba. A veces sólo podían mandarse mensajes deseándose buen inicio de semana o había días en los que no se comunicaban para nada. Esos eran los días que ambos más temían. Ed siempre pensaba en Amelia y en cada país que visitaba guardaba algo que le recordara a ella. Una pluma de ave o a veces simplemente una pequeña piedra. Amy utilizó sus sentimientos para inspirarse y escribir las canciones de su disco. Mantenía a sus seguidores en Youtube informados del progreso del disco y ellos siempre comentaban lo emocionados que estaban. Visitaba toda las páginas de fans que encontraba sobre Ed en internet para saber qué opinaba la gente de sus conciertos. Todos hablaban sobre lo asombroso y talentoso que era. Amy se sentía bastante orgullosa.

Iba de regreso su casa exactamente tres meses después de la partida de Ed. Había comprado comida y una película para ver con su mamá. Se había sentido mal porque una de las razones por las que Amelia no había acompañado a Ed en su gira era por ella. Amy le había prometido que no era cierto, aunque sí lo era. Quería quedarse a cuidar a su mamá. Le debía eso y más. Cuando abrió la puerta, dijo su nombre.

Tiró las bolsas de la comida al suelo.

Ahí estaba.

Su mamá estaba en el piso.

Inconsciente.

Eres tú | Ed SheeranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora