Capítulo 13.

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La nieve llegó, pintando toda la ciudad de blanco. Los quitanieves, la gente haciendo caminos viables y el poco tráfico facilitaba la protección de los humanos y disminuía la exposición de poderes de las criaturas sobrenaturales.

William continuaba pudiendo utilizar sus poderes dentro del recinto. Siempre a escondidas y con moderación, para que no lo pillaran usándolos. Aunque, aquel día, todo se fue al traste.

El brujo se dirigió a la biblioteca del internado. Debía estudiar un examen y apenas conocía el tema que entraba en él por lo que había decidido hacer como la gran mayoría y estudiar.

Al llegar allí, se encontró con gente que no conocía. Supuso que eran de otros cursos. Algunos parecían mayores que él, otros más pequeños. Y entonces los vio. Sentados jugando con sus móviles.

William no se lo podía creer. Aun sabiendo que estudiaban allí, pensó que nunca se los volvería a encontrar. El brujo sintió como si su pecho se encogiera. Ambos lo miraron fijamente a los ojos. No lo reconocieron, pero se lo quedaron mirando un largo rato.

El brujo comenzó a hiperventilar. En su mente, los recuerdos de su orgullo y de su perdición se conglomeraban, bloqueando uno a uno todos sus sentidos.

Como en el club nocturno, la gente comenzó a gritar, pero el brujo había perdido la capacidad de oír. Una fuerte ráfaga azotó las estanterías. Una chica, la cual había cogido un libro, gritaba de terror ante la inminente caída de uno de los muebles del lugar, mientras que las luces dejaban caer chispas, explotando una a una.

La diferencia con el club nocturno es que, aquella vez, Will estaba sólo. Las hermanas estaban estudiando en su habitación y Duke, simplemente, no estudiaba.

Dos chicos corrieron a socorrer a la chica. Uno de ellos, con supervelocidad, recogió a la muchacha y la escondió entre sus brazos mientras que el otro, con superfuerza, sujetaba la estantería, que iba directa a aplastar a ambos adolescentes.

– ¡Bajo control! ¡Salid de aquí!

El muchacho corrió hacia donde estaba todo el mundo, pero la ráfaga lo golpeó, estampándolo contra la pared a su espalda, junto al mobiliario.

– ¡Qué alguien avise a un profesor! —Exclamó una alumna.

– ¡Voy! —Exclamó otro.

El viento bloqueó las puertas, haciendo gritar a todo el mundo. William estaba fuera de control. Incluso él lo sabía. Aunque no podía parar.

– El que hiperventila. —Sentenció uno de los chicos que miraba a Will— Deja de hacer lo que estés haciendo.

– ¿Qué dices? —Preguntó el otro— ¿Es él quien hace esto? Pero los bloqueadores...

– A por él.

Ambos muchachos corrieron hacia William, quien sin moverse y sin dejar de hiperventilar, veía como dos sombras se acercaban a él. Fueron a darle un puñetazo, pero fueron repelidos por un escudo, alzados por el aire y ahogados por una fuerza que apretaba sus gargantas.

Unas chispas blancas aparecieron en el centro de la sala. Al ver el destrozo, lanzó una onda expansiva que colocó todo en su sitio. Pero, pronto, el aire volvió. Junto a él, aparecía Duke, el cual era el único que entendía lo que pasaba.

– Will... Soy yo, Duke. Venga, colega... Respira hondo. Como en el club... Inspira...

– Es... Están aquí... —Consiguió decir el muchacho, restableciendo su respiración.

– ¿Quiénes, Will? —Le preguntó el cambiaformas, relajado— ¿Quiénes están aquí?

– Lu... Luca y Fréderik LeBlanc...

– Entiendo... Relájate... Bájalos y hablemos. Explícame que ocurre con ellos... Quiero saber que pasa, pero te necesito cien por cien aquí...

William respiró hondo y ambos muchachos cayeron inconscientes. Beau los sostuvo en el aire y los dejó suavemente sobre dos mesas. Al acercarse a ellos, estos apenas podían mantener una respiración regular.

– Están vivos de milagro... Segundos más tarde y habrían muerto. ¿Cómo sabías que William estaba en problemas, Duke?

– No lo sé... Simplemente lo he sentido así.

– Luca y Fréderik LeBlanc son mis peores pesadillas. —La voz de Will se había restablecido. La gente lo miraba con miedo— Tal y como ya sabes Duke, bueno, tú Beau también lo sabes... Dejé el Lacrosse a causa de una fatal lesión.

– Así es... Te forzaste en un partido... ¿Y?

– Luca fue el chico que me placó, me desgarró el músculo, me partió el hueso por la mitad y me miró indiferente. El profesor Walker me dijo que estaban aquí... Pero no pensé encontrármelos... No pensé que me miraran de la misma forma que hace tres años atrás.

– Hijos de...

– El lenguaje. —Sentenció Beau, mirando al que era como su sobrino— Eso no te da permiso a crear este caos... Los has podido matar, William... Y matar a alguien no es tan indiferente como parece... Un trozo de tu alma se va con cada persona a la que le quitas la vida...

– Parece que lo sepas por experiencia... —Comentó el brujo, mirando a sus compañeros— Lo siento... Ah, por cierto: Oblivisci memoria, chaos emotus.

La gente parpadeó, olvidando por completo lo ocurrido. Incluso los LeBlanc, que seguían inconscientes, habían sufrido ese borrado de memoria. Todos, menos Beau que era profesor y Duke, el cual estaba tocando a William durante el hechizo.

– ¿Qué se supone que eres, Beau? Toda mi vida a tu lado y no has sido capaz de mostrarme el monstruo en el que me he convertido...

– Soy un Ángel de la Guarda, William. El tuyo, para ser concreto. Al igual que Karen... Sólo que ella es el Ángel de la Guarda de tu hermana.

– Oh, ya veo... ¿Y yo?

– Yo no soy quien debe darte esa respuesta, Will... —El brujo lo miró con sorpresa— Pronto. No desesperes.

– ¿Pronto? ¿A qué te refieres?

– Cuando la nieve se convierta en agua, la dama de blanco volverá a tu lado para darte las respuestas... Hasta entonces, evita usar tus poderes frente a gente.

– ¿Por qué no funcionan los bloqueadores sobre mi? —El muchacho tenía muchas preguntas... Y ninguna respuesta.

– Porque no eres nada que los bloqueadores reconozcan. Eres y dejas de ser. Existes pero no existes.

– No entiendo nada... —Comentó Duke, cortando la tensión del momento.

– Pronto. El tiempo siempre lleva las respuestas. Ahora, estudiad. E iros a la habitación.

La gente volvió a reaccionar, haciendo como si nada hubiese pasado. Duke y William se miraron mientras Beau salía de la biblioteca. Las preguntas seguían resonando en la cabeza del brujo, al igual que las respuestas que su mentor y Ángel de la Guarda le había dicho. Pero había una que le llamaba más la atención.

– ¿Quién es la Dama de Blanco?

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora