Capítulo 26.

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– Quieto. No te muevas. No muevas ni un músculo... —Susurró William.

– ¿Por qué? —Susurró Mike, en respuesta.

– ¿Ves esas sombras que se mueven de un lado a otro? Se llaman Almas. Son las guardianas del lugar. Se guían por el movimiento...

William movió un brazo y tres Almas se acercaron a él. Al detenerse, empezaron a rodearle, ya que no lo podían sentir más. Olivia, Katia y Duke miraban a su alrededor. Tanto como sus ojos le permitían sin que las Almas los detectaran.

– ¿Qué hacemos, Will? —Preguntó el cambiaformas, agachándose lentamente para absorber el material del suelo— Han bloqueado las entradas al edificio. Y los bloqueadores anulas los poderes de Olivia y Katia.

– Podría desbloquear sus poderes... Como cuando rescatamos a Raven.

– No funcionará. —Sentenció Katia, mirando a William— Han aumentado la fuerza de los bloqueadores. Por eso son capaces de bloquear puertas y ventanas. Es a causa de la alerta 4. 

– Maldita sea... —Dijo Olivia, suspirando— Nos tienen atrapados.

Las Almas volaban alrededor de los muchachos, los cuales eran incapaces de moverse. El simple movimiento de respiración ya llamaba la atención de algunas de las Almas, por lo que, moverse para dirigirse hacia un lugar era completamente impensable. William consiguió agacharse, colocando la mano contra el frío suelo, sintiendo todo el maná que flotaba en el jardín.

– Ya lo tengo. —Sentenció, haciendo que los cuatro muchachos lo miraran— Es una locura pero creo que puede funcionar. 

– Somos todo oídos... —Comentó Duke.

– Todo lugar tiene sus alcantarillas. Si conseguimos distraer a las Almas, podemos correr hasta la boca de la alcantarilla y entrar dentro.

– ¿Y cómo tienes pensado levantar la boca de la alcantarilla? —Preguntó Katia, negando suavemente con la cabeza— Pesa demasiado. Nos atraparían mientras intentamos huir...

– Esa es mi distracción, Katia. Confía en mí, ¿vale? A la de tres, corréis hacia la boca de la alcantarilla a mi derecha. ¿La veis? —Los cuatro muchachos asintieron— Muy bien. Una, dos... ¡Tres! 

William alzó ambos brazos, levantando la boca de la alcantarilla con sus poderes. Hizo un movimiento brusco hacia su izquierda, lanzando la tapa hacia algunas Almas, desvaneciéndolas. La boca de la alcantarilla se clavó en la pared de uno de los edificios, generando el ruido suficiente para que muchas de las Almas se acercaran a por su presa.

Los chicos empezaron a correr. Algunas Almas se percataron del movimiento de William, corriendo hacia él. El Híbrido generó una explosión de luz, haciéndolas desaparecer. Mientras los cuatro muchachos corrían hacia su objetivo, William los cubría desde la distancia, lanzando esferas luminosas a todas las Almas que se percataban de los muchachos.

– ¡Will! —Exclamó Duke, al ver como una Alma sujetaba al Híbrido por la espalda. 

– ¡Estoy bien! —Exclamó el muchacho, mirando a su amigo— ¡Baja! 

William hizo aparecer la daga de doble hoja, partiendo a la Alma por la mitad. Al caer al suelo, decidió teletransportarse a la boca de la alcantarilla, bajando las pequeñas escaleras que colocaron los obreros al crear el sistema de alcantarillado. Una vez bajó lo suficiente, William creó otra boca de alcantarilla, la cual tapó el agujero del pozo.

– Muy bien... ¿Ahora qué? —Preguntó Olivia, mirando al Híbrido, quien hacía desaparecer la daga de doble hoja.

– Asumimos que existe una salida que nos deje en el interior del edificio o que comunique con los pasadizos subterráneos. 

Los chicos empezaron a caminar sin saber hacia donde se dirigían. Lo único que podía oírse era el sonido de respiración de los cuatro muchachos, que andaban alertas por si alguien trataba de sorprenderlos. Una mano sujetó a Mike y a William, quienes dejaron caer un pequeño quejido de sorpresa.

– ¡Chicos! ¡Somos nosotros! —Exclamaron Beau y Karen, siendo golpeados por ambos chicos, quienes rápidamente pararon. 

– ¿Beau? ¿Karen? ¿Qué hacéis aquí abajo?

– El que parecía el líder de los Hombres Sombra apareció frente al despacho de Marie Duvall. Tras eso, se marcharon a algún lugar, por lo que los seguimos. Pero desaparecieron, así que imaginamos que se encontrarían en las alcantarillas. Justo al entrar, el patio se ha llenado de Almas.

– Marie ha activado la alerta de grado 4. —Sentenció Olivia, acercándose al grupo— Si están aquí... El sistema de alcantarillado conecta con los pasadizos.

– ¿Qué? ¿Por qué queréis volver allí?

– Tienen a Liz. —Sentenció William, dándose cuenta de que no estaban solos— ¡Cuidado! —Exclamó William, sujetando de los hombros a Rebekah Terrance, quien corrió a por el grupo.

William salió disparado hacia el otro lado de la alcantarilla junto a la vampiresa, la cual frenó en seco antes de llegar a tocar el agua. William creó un pequeño boquete al chocar contra la pared de cemento, cayendo al suelo.

– ¡Estamos rodeados! —Exclamó Olivia, viendo como Peter Terrance aparecía junto a su hermana.

– ¡Beau! —Exclamó William, desde el otro lado— ¡Llévatelos de aquí! ¡Nos reunimos en el otro lado! —William señaló el pasillo de la alcantarilla frente a la valla metálica que imposibilitaba el paso al otro lado del camino.

Beau sujetó a los muchachos, corriendo hacia el pasillo junto a ellos. Karen iba detrás, echándole un último vistazo a su ahijado, el cual se levantaba del suelo. 

William estiró sus brazos, creando derrames cerebrales en los vampiros, quienes se arrodillaron entre quejidos de dolor. Peter consiguió soportar el daño del Híbrido, corriendo hacia él. William se teletransportó, atando a Rebekah con unas cadenas al techo. Continuó generando derrames en la muchacha, la cual gritaba de dolor.

– ¡Híbrido! —Exclamó Peter, sacando algo de su chaqueta— ¡Cógelo! 

El vampiro le lanzó un cuchillo, que se clavó en elcentro del pecho del Híbrido. William soltó un gemido de dolor, al sentir la hoja perforar su piel. Peter dejó escapar una sonrisa, al ver el rostro de sorpresa del muchacho.   

– Eso no me lo esperaba... —Dijo el Híbrido, sonriendo.

William movió su mano hacia la derecha, haciendo desaparecer el cuchillo de su pecho. Peter se quedó boquiabierto, dejando escapar un grito desesperado. Rebekah se miraba el pecho, el cual tenía clavado el cuchillo que Peter le había lanzado a William.

– Pero has fallado. —Sentenció el castaño, mientras Rebekah caía al suelo.

– ¡Rebekah! —Exclamó Peter, corriendo hacia su hermana.

Los ojos de la vampiresa se cerraron, quedándose inconsciente. Peter, fuera de control, se levantó para terminar con la vida de William en aquel instante. Pero el Híbrido fue más rápido, rompiéndole el cuello.

– Esto os dejará fuera de combate por un rato... —Dijo William, encaminándose por el mismo pasillo por el que habían ido sus amigos. 

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora