Capítulo 40.

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Zebulón andaba de un lado para otro, partido en dos. Una parte quería salir corriendo, enfrentarse al cambiaformas que atacó a su hermano Ajiel y vengarse. La otra parte quería quedarse en los últimos segundos de vida del otro Jerarca, el cual comenzaba a tener un color pálido en la piel.

La sangre que escupía se había vuelto negra, a causa de la magia de la primera arma. La herida brillaba con intensidad, perforando uno a uno cada órgano del Jerarca herido. 

– Hermano... —Dijo Ajiel, con su último aliento—Encuentra a Kadosh... Dile que lo siento. Que debí haberle escuchado hace tres mil años... Y haz las paces con él.

Ajiel cerró los ojos, dejando que su último aliento llegara hasta lo más profundo del alma de Zebulón, quien gritó al ver a su hermano morir. Seúl cerró los puños, cabreado, dispuesto a vengarse del cambiaformas que hizo aquello.

– Voy a vengarme de él, Seúl... Voy a matarle.

– Tengo un plan mejor. Secuestremos a sus seres queridos. —Sentenció el hermano mediano, con una sonrisa siniestra en el rostro— Secuestremos a quienes más aman... Enseñémosle nuestro dolor.

Zebulón y Seúl se teletransportaron a Lexington. Una vez allí, observaron como los cinco seres queridos de William luchaban contra todo aquel que pusiera en peligro la vida de los habitantes de aquel pequeño pueblo perdido en el bosque. 

Seúl le rompió el cuello a Delia, haciendo que George se diera cuenta de la presencia de los Jerarcas. Zebulón se teletransportó frente a Aiden, el cual protegió a su madre, colocándola detrás suyo.

– Oh, no vengo a por tu madre... Vengo a por ti.

– Pues agárrame si puedes.

Aiden se lanzó a atacar a Zebulón, el cual sonrió torcidamente al ver la valentía del muchacho. Al levantar la mano, Aiden quedó paralizado en el aire, inmóvil. Seúl dejó inconsciente a George y a Mike y miró a la madre del atacante de su hermano, con sed de sangre.

– ¡Mike! ¡Señor Morrison! —Exclamó Aiden, intentando moverse, sin éxito.

– Mátala. —Sentenció Zebulón, mirando a su hermano— No sirve para nuestro plan.

Seúl sonrió, saltando sobre la mujer, quien dejaba caer un grito de terror. Hasta que una flecha se clavó en la frente de Seúl, cayendo de espaldas al suelo.

– ¡Seúl! —Exclamó Zebulón, corriendo a por su hermano. Al llegar, se teletransportó, esquivando otra flecha— ¡Muéstrate, cobarde! 

– ¿Cobarde? —Preguntó una voz desde el tejado de una casa cercana— Lo dice el Jerarca que ataca a unos humanos para vengarse de la muerte de su hermano.

La figura de un hombre de metro noventa, de cabello castaño claro y ojos azules saltó del tejado, mostrando su ropaje. Llevaba una chaqueta de cuero negra con una camiseta gris básica. Además, llevaba unos pantalones tejanos planos y unas botas militares del mismo color de la chaqueta. 

– ¿Papá? —Preguntó Aiden, mirando al hombre frente a él.

– Hola, hijo. Cuánto tiempo... 

Mientras tanto, en Lexington Academy, william se levantaba exasperado. Llevaba un largo rato tratando de encontrar los otros dos receptáculos, pero, por el momento, no había tenido ninguna visión de ellos.

– No podemos localizar los otros dos receptáculos... —Anunció William, extrañado.

– Quizás no estén en la Tierra. Quizás los Arcángeles los tengan. —Sentenció Duke, haciendo que todos lo miraran.

– O quizás... Los hayan encontrado los Jerarcas... —La voz de Olivia sonaba temblorosa. Como si tuviese miedo de aquella idea que golpeó su cabeza— ¿Cuánto de fuerte serían si desbloquearan todos sus poderes?

– Muy fuertes. —Sentenció Caleb, acercándose a su compañero— Nosotros iremos a por Kadosh. Ahora, que está débil, podría ser nuestra oportunidad para llevarlo al Otro Lado.

– No hace falta que me vengáis a buscar... —Una voz siniestra asustó a los muchachos, quienes adoptaron rápidamente una postura de defensa— Pues ya estoy aquí...

– Kadosh. —Sentenció William— Eres muy valiente por presentarte aquí... O muy idiota. ¿Qué es lo que quieres?

– Como si no lo supieras... Mi receptáculo. ¡Ahora!

William se lanzó sobre su enemigo, pero Kadosh lo esquivó con facilidad. El Híbrido se teletransportó para aparecer detrás del Jerarca, pero éste predijo su movimiento, aprovechando para golpearlo desde el cielo y lanzarlo contra el suelo.

– ¡William! —Exclamó Elizabeth, haciendo aparecer los chakram.

Los dos Guardianes del Equilibrio y la Híbrida se lanzaron al ataque. Kadosh apenas podía esquivar a los tres a la vez. Cuando se vio rodeado, se teletransportó, agarró a Olivia y se marchó. Duke, pero, consiguió llegar a ellos antes de que desparecieran por lo que también fue teletransportado en la huida del Jerarca más joven.

Aiden seguía paralizado en el viento, mientras su padre se enfrentaba a Zebulón. Sus movimientos eran rápidos, ágiles y certeros. Ambos se movían sincronizadamente, por lo que al muchacho le costaba seguir el ritmo. 

Seúl se levantaba del suelo, extrayendo la flecha de su frente. La herida sanó rápidamente y el Jerarca se dio la vuelta, saltando sobre el cazador, el cual lo esquivó sin problemas. El hombre sacó unas cenizas de una bolsa y se las lanzó a Aiden, el cual recuperó la movilidad, cayendo de rodillas al suelo.

– Papá. Déjame ayudarte.

Aiden recuperó su espada, colocándose junto a su progenitor, el cual lo miraba con una sonrisa orgullosa. De otra bolsa, sacó lo que parecía un pañuelo negro y más cenizas, las cual lanzó a su mujer, creando un escudo protector a su alrededor.

El padre de Aiden se vendó los ojos, quedándose sin visión. Zebulón sonrió ante la estupidez del cazador, saltando sobre él. El señor Marsh detuvo el puño de su atacante, saltando sobre su cuerpo. Al quedar detrás del Jerarca, se dio media vuelta, dando una fuerte patada que golpeó el rostro de Zebulón, quien voló hasta la pared más cercana.

Seúl, cabreado, corrió a por el Cazador, teletransportándose antes de llegar a tocarle. Pero, como si el Cazador hubiese previsto el lugar dónde aparecería el Jerarca, en cuanto éste apareció, el señor Marsh lanzó una serie de puñetazos, golpeando el estómago de Seúl, quien no podía protegerse. Finalmente, terminó volando hacia otro edificio.

– ¿¡Cómo es posible!? —Se preguntó Zebulón, lanzando ataques sin cesar— ¡Un humano no puede ser más fuerte que nosotros!

– ¡Cuidado, papá! —Exclamó Aiden, al ver como unas cadenas electrificadas volaban hacia él, a centímetros de su cuerpo.

Seúl sujetó a Aiden por el cuello, generando una descarga eléctrica que lo dejó de rodillas al suelo. Zebulón aprovechó el ataque de su hermano para hacer desaparecer a Delia, a George y a Mike. A su vez, Seúl teletransportó a Aiden junto a su hermano mayor, despareciendo de allí.

– ¡Aiden! —Exclamó su padre, quitándose la venda. 

Pero ya no había nadie más, excepto la mujer con la que estaba casado.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora