34. Cita

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Adam.

Alan, el médico que atendía al difunto padre de April se encuentra frente a mí mientras me mira con cierta repulsión ante mi aspecto.

No le doy demasiada importancia hasta que noto que no se limita a mirarme con repulsión, sino que también observa a mi hijo.

—Hola, soy Dylan—dice mi pequeño ofreciéndole su mano para saludarlo.

Alan arruga la nariz y frunce las comisuras de sus labios en señal de desaprobación.

—Chicos, ¿me dejarían hablar con Alan a solas?—pregunta April a nuestras espaldas. Me giro para mirarla y noto que se siente incómoda por esta situación.

Asiento y cuando trato de llevarme a Dylan, éste se resiste.

—Mami... —la oración se ve interrumpida cuando mi pequeño gira su rostro hacia Alan para observarlo, posteriormente se vuelve hacia April y le pide que se incline hasta él porque desea decirle algo al oído.

Al inclinarse hasta la altura de mí pequeño, April forma una O en sus labios y recuperando su postura, se piensa un momento lo que dirá a continuación.

—Tendré que explicártelo después, ¿de acuerdo? Por ahora ve con tu padre, cariño.

Dylan asiente de mala gana pero se marcha conmigo.

Lo tomo entre mis brazos para levantarlo del suelo y llevarlo hasta mi regazo; a continuación, doy media vuelta con mi hijo y me marcho de ahí sin siquiera molestarme en mirar a Alan o despedirme.

No estoy seguro del por qué actúo de esta forma, pero hay algo que sí tengo claro: Alan no es alguien que me agrade del todo a pesar de no conocerlo lo suficiente.

...

April.

Cuando se marchan, decido que lo mejor es hablar afuera, y no invitar a Alan a pasar como se supone que tengo que hacer.

Avanzo hasta la entrada de la casa y al salir cierro la puerta por detrás.

—Veo que te estabas divirtiendo—comenta con cierta melancolía en su voz.— Te vez fatal.

—Gracias—respondo con ironía—, tú luces... Bien.

—Lo siento, no quise que sonara de ese modo, yo... Sólo vine a invitarte a comer. ¿Recuerdas la invitación que te hice el día en que cumplió años...?

—Dylan—le recuerdo.

—Claro, él. Dijiste que sí y... No había venido antes porque he estado ocupado en el hospital, y ni siquiera tuve tiempo de llamarte.

—Alan, no sé si sea buen momento para salir a comer contigo, se supone que estoy cuidando a Dylan, y...

—Pero está su padre, él puede cuidarlo mientras no estás. Dudo mucho que no sepa hacerlo.

—Claro que sabe cuidar de Dylan—le defiendo.— Adam es el mejor padre que he conocido.

—¿Mejor que tu padre?—inquiere arqueando una ceja.

La apuesta de mi vida ✓TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora