2: Perfecto ~ Marco Reus

995 22 8
                                    

Aguardaba muy ansiosa tras la puerta de la habitación. Mis ojos no le daban tregua de ningún tipo a la iluminada y poco transitada calle que rodeaba el Graue Mond.

Cada minuto que pasaba era una tortura para mí.

La noche estaba fría, muy fría y la mayoría de las personas habían preferido quedarse en casa tras una helada velada.

Esperaba con mucha desesperación ver aquel momento en el que el auto del futbolista, ese con el que había compartido dos noches de pasión anteriormente, por fin apareciera.

Pero pasaban los minutos y con ellos, las horas.

Marco no aparecía.

Pero tenía toda la paciencia del mundo para dedicarme a esperar por él.

Me había apartado de la ventana hacía una hora atrás para dejar a mis piernas descansar sobre los almohadones del sofá que la habitación poseía. Había encendido la televisión para dejar que los minutos y la espera pasaran como debía ser pero, sin éxito alguno, la apagué enseguida.

No hacía más que estresarme con ella.

Miré el reloj nuevamente pero ésta vez el de mi teléfono con el doble propósito de revisar si había algún mensaje o llamada de él que me indicaran si debía seguir esperando o si lo mejor era desistir de toda ésta situación.

Después de todo, sólo éramos dos seres heridos por el amor, que buscábamos descargar, vaciar y dejar ir todo aquello que nos atormentaba y nos bloqueaba el camino para seguir adelante con una noche de disfrute y placer para ambos.

Tan sólo estábamos dejando, que nuestras almas se unieran y en una sola lograran reprimir todo el dolor que nos consumía cada día.

No éramos más que eso. O al menos eso me hacía entender él.

Cansada de creer que el rubio aparecería repentinamente por la puerta disculpándose por el amplio retraso que había tenido conmigo, me levanté del asiento para tomar mis cosas y salir de la habitación.

Una vez cerrada la puerta, me coloqué mi abrigo y guardé mi celular en la bolsa trasera de mi pantalón. Suspiré fuertemente antes de comenzar a bajar con gran pesadez unas pequeñas gradas que me llevarían al ascensor.

Ya en la recepción, me dirigí hasta el botones para entregarle la llave de la habitación y pagar por el servicio de unas horas sola en un cuarto sin nada interesante que hacer.

Antes de llegar al mueble en el que éste se encontraba, una repentina voz a mis espaldas me hizo dejar escapar una pequeña y traviesa sonrisa.

—Fernanda, no pensabas que te dejaría aquí plantada, ¿Cierto?

Me volteé lentamente para encontrarme frente a mí a ese chico alto y rubio que despertaba en mí, mi lado más pasional con tan sólo un roce de su piel y la mía.

Me miraba de pies a cabeza con una sonrisa ladeada, misma que no podía dejar de devolverle.

Un abrigo negro cubría su torso completamente y parte de su cuello. Pantalón y zapatos igualmente oscuros. No podía verse mejor que ahora.

Llevaba en su mano un enorme ramo de rosas rojas de las que podía captar su penetrante olor, y la otra la llevaba metida en el bolsillo de su chaqueta.

—Pensaba que te habías olvidado de mí, tal vez. —Susurré ya muy cerca de él.

Levanté levemente mi mirada para observarlo con sus ojos entretenidos en mis labios ligeramente maquillados con un labial rojo.

One Shots Futbolistas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora