9: Estoy contigo ~ Luciano Vietto

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Parada sobre un puente, a altas horas de la noche en Madrid, completamente sola, donde nada bueno pasa aquí.

¿Qué estoy haciendo?

No lo sé.

Ya nada de ésto, nada de lo que diga, piense o haga, funciona.

Es una mierda. Mi vida es una completa basura.

Cuando llegas a ese punto en donde dudas de si llegar a tu casa sea una buena idea. Cuando sabes perfectamente que el único lugar en el que te sientes segura, protegida, acogida, es tu casa.

Ya nada de eso era para mí un refugio. Si lo que lo hacía un lugar especial eran tus seres queridos, tus amigos, tu familia, tu pareja, tus vecinos y hasta tu mascota.

Estaba sola, completamente sola, sin nadie a quien recurrir, porque de ser así, no estaría aquí quizás.

No tengo familia.

Mi madre, mi amiga, mi hermana, mi todo, ya no estaba conmigo. Ya no dirigía mis pasos como antes, ya no más.

Había sido su hora. O al menos para Dios porque para mí, jamás iba a llegar su hora porque su vida era aquí en la tierra, conmigo.

Y duele. Me sigue lastimando porque fue hace tan sólo dos meses. Pero soy fuerte y sé que lo iba a superar.

Mis amigas.

¿Qué hay con ellas?

No eran más que la envidia detrás de unas disfrazadas sonrisas y unos forzados 'te quiero'.

Creía que estaban conmigo, que era mi apoyo, parte de mí. Pero no, me equivoqué. Ésto ya era una costumbre para mí.

Lo superaré también.

Y hasta hace unas horas creía que así sería.

Pero... no estaba preparada para tanto.

Soy sólo una humana que como cualquier otro explota y se derrumba luego de que tantas adversidades en su vida lo ataquen sin piedad alguna al mismo tiempo.

No podía soportar.

No podía ser yo la única que pudiera decidir que es lo siguiente que debe continuar en mi vida.

Mi madre. La necesito más que nunca.

La necesitaba, de verdad. Jamás había llegado a tocar fondo de ésta manera porque ella siempre estaba ahí dirigiendo mis pasos y siendo acompañada por esas personas que alguna vez llamé amigos.

¿Y que hago ahora?

Mis pies ya no dan para más en ésta noche tan fría y no precisamente por las bajas temperaturas.

He salido de mi último día de trabajo así, sin rumbo alguno. Sin saber que hacer porque entre más pienso que deberé hacer ahora, más me hundo con mi propia mente.

Fue mi último día, sí, y fue también la ignición que encendió la bomba que yo llevaba adentro.

Me despidieron sin razón alguna, sin explicación relevante alguna que me diera la resignación que ahora necesitaba mi cabeza.

No sabía que haría.

Sin familia, sin amigos, sin aquellos simpáticos vecinos que habían decidido irse de la ciudad días atrás; sin nada, sin ni siquiera un lugar en donde caer muerta.

¿Quién era tan fuerte para resistirlo?

Ajusté bien mi delgado abrigo para continuar mi camino. Ya nada hacía ahí.

One Shots Futbolistas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora