6: Novia ~ Marcelo Vieira

535 17 10
                                    

La primera de muchas...


Hola.

Escribí por fin mi primera palabra después de tantos días tratando de idear como empezar ésta carta.

La miré dos segundos.

—¡No! —Arrugué la hoja y la lancé a mi pequeño basurero situado sobre mi escritorio.

Querido...

—¡No, tampoco! —Ésta vez la palabra la había escrito por encima y tenía la posibilidad de borrarla sin que fuera muy notorio.

Mira, quisiera decirte...

—¡Mierda NO! —Grité frustrada tirando nuevamente otra hoja a la basura.

Más vale que me he inscrito en 3 campañas de ayuda al ambiente. No imagino que sería de mí y de esas hojas desperdiciadas si no me hubiera integrado. Pensé al ver como pequeñas bolas arrugadas sobresalían del borde de mi basurero.

Me crucé de brazos y suspiré mientras trataba de desestresarme dando vueltas sobre mi silla giratoria.

Bien Victoria, si quieres hacer ésto, vas a tener que dejarte de rodeos.

Como siempre, me regañé internamente volviendo a mi posición original con el lapicero entre mis dedos y mi mano izquierda apoyada sobre el escritorio sosteniendo mi cabeza.

Seré directa, punto.

Tomé una hoja nueva del puño que tenía ahí comenzando a escribir nuevamente.


Hey, hey, tú, tú. No me cae bien tu novia.
Hey, hey, tú, tú. Pienso que necesitas una nueva.
Hey, hey, tú, tú. Yo podría ser tu novia.

Tú y yo, no sé, piénsalo.

Atte: Tú ya lo sabes.♥


Sonreí estúpidamente al imaginar ese mismo gesto en su rostro.

No tenía idea de cual de todas, entre tantas que hay, sería su reacción. Pero sabía perfectamente que ésta locura no se quedaría en una única carta. Lo sentía, lo presentía.

Doblé muy bien el papel para meterlo en el sobre celeste previamente preparado por mí.

Era estúpido sí, pero todo ésto me causaba una revolución inexplicable que me hacía ponerme cada vez más ansiosa.

Llevaba días pensando la manera de hacerle saber lo que yo pensaba pero, sin la necesidad de tener que cruzar unas palabras con él porque, eso era algo imposible lamentablemente.

Lo veía cada día llegar temprano al mismo café al que yo también asistía todos los días.

Primeramente, todo era una coincidencia. Al menos eso pensábamos.

Yo llegaba minutos antes que él y me sentaba junto a una mesa esquinera y pedía un café moccha de los más grandes que se ofrecían en la famosa cafetería Villa del Café, en Madrid por supuesto.

One Shots Futbolistas © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora