Obsesión fraternal (Tom y Bill Kaulitz)

Capítulo 5

Bill, cuánto arriesgas?

Desde que Bill llegó a Estados Unidos, las cosas las tuve que amoldar para que hiciéramos cosas similares y al mismo tiempo pasar tiempo con mi hermano y los chicos, luego de 1 año en que Bill se encontraba aquí y luego de escoger detenidamente las canciones para el nuevo álbum, me percate que las cosas con mi gemelo nunca cambiaron, solo mutaron en ciertos aspectos, él sabía de mi relación con Ria y no decía nada al respecto, lo conocía y sabía muy bien que ello no le agradaba, aun cuando era el quien decía que era mi vida y podía hacer con ella lo que me viniera en gana.

Desde que Pumba llego a la vida de Bill note que se calmó, cuando se molestaba o se irritaba salía con él y pasaba horas afuera de casa, era una forma de evadir el que yo estuviera lejos de él o lo cuidara de cosas insignificantes, como él mencionaba cuando peleábamos.

Cuando ello ocurría no pensaba en otra cosa que no fuera uno que otro recuerdo de cómo eran las cosas años atrás, claro ni Georg ni Gustav sabían cómo era que lograba concentrarme en el trabajo cuando habían tantas cosas que me tenían más que desconcentrado el día a día y a todo ello sumándole la persistencia de Ria el querer pasar todo mi tiempo conmigo, no la culpo ya que desde que Bill regreso la había dejado de lado y con el hecho de que su padre había fallecido hacia un mes peor me sentía, ante los medios éramos pareja y otras cosas, pero dentro de casa, no era así.

Las veces que Bill estaba de buenas y tranquilo, me enseñaba los buenos momentos que habíamos dejado atrás, esos en donde solo éramos los cuatro o solo nosotros. Siempre era de esa forma y en la compañía de los perros no tengo nada que criticar, eran muy buenos momentos. Esos que a su vez atesoraba tanto como el recuerdo de cuando me conto que sentía algo más que un cariño de hermanos, ello ocurrió unos meses luego de que empezamos la gira a los 17 años y desde entonces cambio nuestra forma de hacer las cosas y mostrarnos ante los medios que por no decir menos estaban a todo momento siguiéndonos para causar una que otra revuelta. Esos momento que revivimos escasas ocasiones estando solos o cuando los perros nos acompañan desde la distancia.

Aquel día en que discutimos por Ria, no estaba de ánimos para estar a su lado, él lo sabía y como siempre lo hacía cuando éramos más jóvenes lo uso a su favor, se metió en mi pieza en medio de la noche y provoco el deseo inmenso por tomarlo, el momento fue el indicado. Llevaba un par de semanas sin estar con nadie y con Ria las cosas no estaban como para ese tipo de encuentros. Bill supo cómo usar sus cartas y el momento se sumó a la lista de recuerdos dolorosos. El aroma de su piel, sus movimientos, sus gemidos, jadeos, y yo, ardiendo en deseo por tenerlo bajo mi cuerpo y escuchar como decía mi nombre entre jadeos a medida que mis movimientos se hacían bruscos y sostenía una de sus manos con fuerza. Bill estaba arañando mi espalda, eso me excitaba aún más quería todo de él, sus provocaciones, sus besos, su piel, su aroma, lo quería todo.

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La noche era fría, las mantas de la cama se hacían pocas y el estar temblando me impedía que lograra conciliar bien el sueño. Me levante dejando a Scott en la pieza, camine hasta la habitación de Bill, la cual estaba solo a unos pasos, por el hueco de la cerradura de la puerta note que la luz estaba encendida, golpeé la puerta y esperé por la respuesta de Bill la cual no llego, decidí abrir la barrera que se interponía entro mi ser y la figura de mi hermano, al tener la puerta abierta por completo le vi allí recostado bajo las mantas cubierto hasta la cabeza, me adentre en la pieza y subiendo a la cama procurando no despertarlo le descubrí para ver su rostro relajado, se veía hermoso, siempre pensé lo mismo de él, Bill era hermoso y lo mejor es que era solo mío, solo mío porque el así lo determinaba con sus creencias del amor a primera vista y demás, tomaba ventaja de ello y lo usaba a mi favor, siempre o en las ocasiones que se prestaban para ello, me acercaba para que me entregara su sonrisa y ese amor que solo él sabía hacerme sentir como si fuera algo eterno y hermoso. Un secreto que era de los dos, solo nosotros.