Capitulo 03 - "Choque"

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El fin de semana pasó sin novedades y muy tranquilamente, aunque Canuto andaba raro. Iba de aquí hacia allá, pensando, golpeándose la cabeza contra la pared, maldiciéndose en voz baja. Pensé que no debía ser por alguna mujer, ya que jamás había tenido problemas para encontrar diversión, pero esa vez me había equivocado.

- Oye, idiota, deja de golpearte de una vez, ¿quieres? - dije tomándolo del brazo y tirandolo sobre la cama

- Tu no entiendes. Jamás entenderías, Lunático - dijo enfadado

- Pruébame

- Por cómo me he comportado, la muchacha que creo que realmente me gusta me rechaza...

Al decir esto, se dio vuelta en la cama y me dio la espalda. No quise molestarlo. Realmente jamás pensé que Canuto podría enamorarse. En realidad, tampoco lo imaginaba conmigo, y ahora no podía quitar a aquella muchacha de mi cabeza.

Durante la semana, no podía evitar mirarla en el comedor. De vez en cuando, levantaba mi cabeza y la sorprendía observándome, aunque siempre tenia la misma reacción. Se sonrojaba y volteaba su vista a otro lado (y convengamos que no era nada disimulada para hacerlo)

Aquella muchacha me causaba mucha curiosidad. Evidentemente me tenía hipnotizado. Por las tardes, solía ir a la biblioteca para hacer mis tareas y ver si lograba encontrarla como aquella primera vez que la vi, pero siempre volvía derrotado.

Y así pase más de dos semanas. Intentando no perderla de vista cuando coincidíamos en alguna clase, o buscándola con la mirada cuando vagaba por los jardines.

Lo frustrante era, que luego de aquel encuentro casual en Honeydukes, jamás habíamos vuelto a hablarnos, o saludarnos siquiera. Aquella situación me deprimía. Trate de que no me afecte de mil formas, pero no lo lograba. Sabia que había algo en mi que la alejaba.

"Que te pasa, Remus! Ni siquiera sabes su nombre y te pones así porque no han tenido contacto alguno?" me decía mi conciencia noche tras noche, tratando de convencerme de algo que no tenía ni la mas mínima idea que era. "Su nombre... su nombre. Tengo que saber su nombre". Tal vez así tenia algún fundamento para charlar con ella, o para simplemente saludarla pero... ¿cómo iba a saber su nombre si siempre fui un estupido cobarde?

Gracias al universo, una tarde la suerte estuvo de mi lado.

Teníamos demasiada tarea de todas las asignaturas, así que decidí tomar unos libros prestados de la biblioteca y llevarlos a la sala común. Al salir totalmente cargado, alguien me choco y todos mis libros (incluido yo) caímos al suelo. Al incorporarme la vi, totalmente sonrojada y con una cara de susto que me dio demasiada ternura.

- Lo siento – se disculpó dulcemente - venia demasiado apurada y no te vi - se puso de cuclillas a mi lado ayudándome a levantar mis libros.

- No te preocupes, estoy bien. Pero no deberías andar corriendo por aquí...

- Lo sé, lo siento. ¡Maldita mi suerte! Hacer estupideces frente a un prefecto - dijo sonrojándose aún más que antes.

- Quédate tranquila, no voy a acusarte ni a delatarte - sonreí.

Enseguida, una tímida sonrisa se le dibujo en el rostro y ambos quedamos mirándonos fijamente a los ojos por un par de segundos. Ese era mi momento para averiguar su nombre, así que tomando coraje de alguna parte muy escondida de mi cuerpo y suspirando muy hondo, tendí mi mano hacia ella.

- Remus Lupin -me presente.

Ella sonrió y estrecho mi mano con la suya. Antes que algún sonido pudiera escapársele por los labios, su amiga salia de la biblioteca llevándosela de nuevo, arrancándola de mis manos.

- Vamos Cass, o McGonagall va a matarnos - dijo tomándola del brazo

- Ya voy Lizz –grito -Adiós, Remus

Todavía sentado en el suelo, la vi alejarse.

"Cass..." pensé. Saber su apodo era un avance, pero no era lo mismo. Todavía embobado, me puse de pie y me dirigí con todos los libros a la sala común.

Una vez allí, no pude concentrarme. Todavía sentía la suavidad de su mano en la mía, y oía su dulce voz en mi mente. Sacudiendo mi cabeza, volví a la realidad.

¿Podía ser que me haya enamorado de aquella muchacha? ¿Era amor, o simple curiosidad?

Un nuevo estado de mi cuerpo me distrajo nuevamente de mis tareas. El hambre. Guardando todo en mi mochila, baje al gran comedor para encontrarme con los chicos pero al llegar, me encontré con algo totalmente diferente, una situación que me tiro el alma a los pies.

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Mi Primer Amor - By Remus LupinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora