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-Okey...-Donnie comenzó, sentándose en la silla de lado mio y mirándome con una sonrisa-Leo necesito que me digas cuáles son los síntomas que te han estado molestando.

-Bueno...el que más prevalece es el dolor punzante del estomago, en la mañana era muy fuerte que me impidió continuar durmiendo.

En estos momentos me gustaría tener a Rafa a mi lado, pero está ayudando a Mikey con el desayuno, lo que es bueno porque la verdad el olor de la comida me da nausea. De esa forma Donnie y yo tenemos privacidad conforme a lo que me sucede.

-¿Algo más?

-Vómito. Esta mañana vomité. El dolor desaparecio pero parece estar volviendo.-Rafa no lo sabía. Y la verdad eso le molesta, le molesta que me quede callado, pero de hecho nadie tenía idea más que yo, hasta hace un rato.

-Y ¿Comenzaron en la mañana?-él pregunta levantando su ceja.

-S...si, desde la mañana.-Soy sincero. Este dolor y el vómito me están volviendo loco. No me dejan continuar con mis actividades normales de la mañana de las cuales incluye el entrenamiento y esta vez Rafa tuvo que pedir que se cancelera. Me siento tan apenado por eso.

-Leo dime ¿Desde cuando has tenido estos dolores? Te conozco y sé que lo que está pasando lleva días y no solo empezó esta mañana ¿O me equivoco?

No, no te equivocas. Tiene razón. Esto lleva alrededor de, no sé... tal vez... cuatro días. Cinco como máximo. Y nadie más lo sabe.

No quise mencionar nada porque pensé que eran simples dolores o a lo mejor un dolor por alguna batalla. Eso es coherente. Noches atrás tuvimos un pelea contra los dragones purpura, en un descuido, uno de ellos logró golpearme en el estomago con demasiada fuerza que hizo que mi cuerpo se elevara del suelo y se estrellara contra un muro. Mi cabeza comenzó a dolerme muy fuerte pero no dige nada.

Lo único que supe después de esa noche, es que aquel dragón quedó gravemente herido. Rafa después me dijo que recibió lo que merecía.

-No.-Seguro respondí. Ya no puedo ocultarlo más.-Tienes razón Donnie. Alrededor de cuatro o cinco días.

-¿Y por qué jamás mencionaste algo?-su tono de voz se volvió suave-Sabes que yo no diría nada a nadie si es que tú me lo pedías.

-Lo sé, lo sé. Simplemente es mi naturaleza. No puedo cambiar de un día para otro.-Trataba de encontrar argumentos a mi favor. Eso sonó estúpido.

-Pero sigue siendo tu salud. Como sea, ya estás aquí y ahora dime todo concretamente y con cada detalle. Sin olcutarne nada esta vez.-Me señaló y su vista se fijó mucho en mi. Solo levanté mis manos en derrota. No más mentiras.

-Está bien. ¿Recuerdas aquella pelea con los dragones purpura?

-¿En la qué Rafa dejó a uno de ellos heridos de gravedad porque te golperon?

-Exacto.

-¿Qué sucede con aquello?

-Después de que mi cuerpo callera al suelo, mi cabeza comenzó a dolerme un poco fuerte. En la madrugada fue cuando realmente comenzaron los dolores.

-Entiendo...

-Desde ese entonces los dolores no han parado. Hacer un movimiento brusco hace que el dolor comience.

-Pero ¿Y los entrenamientos? ¿Y los pratullajes?

-Trataba de no moverme demasiado, había un límete en el que el dolor era insoportable que pasaba noches de insomnio.-Tomo mi abdomen y recargo mi cabeza en el respaldo de la cama.

Nueva VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora