Capítulo 8.

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La semana paso todo lo normalmente posible, quitando datos como que me caí de un árbol intentando salvar a un gatito, que luego el muy cabrón me araño y  lo típico de que los vecinos llaman a la polícia por hacer mucho ruido y cuando llegan casi pillan a Julia con el grinder en la mano. Normal.

Pero, por fin es sábado y eso significa... ¡Fiesta! y que nadie me joderá el día.

Estoy en la cocina desayunando tranquilamente, hasta que suena el teléfono fijo.

-¡Teléfono!- exclamo con la boca llena.

Julia va y lo coge, ¿por qué me mira?

-Si, si, ahora te la paso.- dice pasandome el chisme.

Trago los cereales.

-¿Si?-

-¡Marta, te he llamado mil veces, a ver si le coges el puto móvil a tu padre!-

Indignación en 3...2...1...

-Dejaste de ser mi padre al echarme de casa.- contesto lo más tranquila posible.

-¡No me hables así!- gritó.

-¡Qué no me grites, joder!- y cuelgo. Gilipollas. Idiota.

Tiro la cosa contra la pared.

-¡Joder, ya me han jodido el día!-

-Tranqui fiera.- dice Jul riendo.

Puta.

Pasamos toda la mañana limpiando con la compañía de Nikone. Seh.

-Te toca sacar a la perra.- dice Julia al terminar de recoger.

Perezón total.

-No seas vaga y mueve tu puto culo fuera de aquí.- exclama mi querida mejor amiga leyendome la mente.

Le saco la puñeta y me visto con un chandal. Ato a Sori y salimos de casa. Llueve.

Camino por la calle sin prisa ningúna. No hay nadie. Mejor.

¿Por qué me habrá llamado? Espera... ¿Cómo cojones consiguió el fijo?

Marta, no te rayes, porque si te rayas te vuelves a rayar y pum. Depresión. Asi que a ser felices.

-¡Joder, hijo de puta!- si, me han vuelto a mojar y oh no me jodas, el puto mismo coche...

Veo como para, pero está vez no huyo y me dirijo a él.

-¿Estamos locos o qué?, joder, ya van dos veces macho.- grito indiganada mientras que se baja del coche un jambo moreno, con los ojos azules y el pelo ahí a lo guay. Un puto pijo. Puta suerte. Putos todos.

-¿Por qué me gritas guaja?- ¿qué lo qué?, muere.

Sori empezó a ladrar y se le puso la típica mirada de perro asesino. Si la suelto lo mata y nadie lo notaría. Creo.

-Calla al perro, joder.-

-Callate tú, idiota.-

-¿Qué me has llamado niñata?- uy, que se pone chulo.

-¿Acaso estas sordo?- contesto. El idiota este me esta cabreando.

-Marta, ¿qué pas...?- Aparece Jul. -¿Rubén?, ¿qué coño haces tú aquí?-

Rubén se ríe.

-Pero mira, si está aquí la niña pija.-

-Marta, vamonos o le parto la puta cara.- dice Jul agarrandome del brazo.


*********


Quinto chupito. Julia a desaparecido y reggaeton suena en el lugar. Asco.

Necesito más alcohol.

-Uno más.- pido al cuarentón de detrás de la barra.

Tenía pensado bebermelo hasta que noto un empujón. Me giro y veo al tal Rubén. Genial.

-Cuidado niña.- dice.

¿Yo?, Será payaso.

-Cuidado tú, idiota.- respondo.

Me mira desafiante.

-¿Qué?- dice acercandose peligrosamente a mí. No.

Sonrío y de repente tiene mi querido chupito de tequila por toda su camiseta de pijo.

-¿Qué cojones haces payasa?- pregunta enfadado.

Lo miro inocentemente.

-Te la debía.- y me acerco a él. -Aún queda una.- le digo para que lo pueda oír. La mitad del garito nos está mirando.

-Marta, tía, vamonos.- aparece Julia. Déjà vu.

Me saca medio a rastras de allí y me apoya en su bonito Seat Leon.

-No deberías de haber hecho eso.- se explica nerviosa.

Frunzo el ceño.

-¿De qué lo conoces?- pregunto.

Bufa.

-Es un idiota, hace años eramos amigos hasta que se le dió por darme de lado.- suspira encendiendose un cigarro y ofreciendome uno.

La miro para que continue.

-Mejor vamonos a casa y te cuento.- dice montandose en el coche.

Subo y suspiro. Mira que hay idiotas en el mundo y me tuve que cruzar con el rey. Manda cojones.

Llegamos a casa en cinco minutos.

-Bueno...- la interrumpo.

-Realmente no me importa, tengo sueño.-

Fui para mi habitación y me puse los cascos hasta que caí rendida al ritmo de Nach.



No soy la típica fresita.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora