~CINQ~

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Tercer grado.

¿En serio pasa a esa velocidad el tiempo? Juraría que unas horas antes estaba jugando en el patio del jardín, cuando en realidad, ya estaba en la mitad de la primaria. Éramos el grado más grande del primer ciclo; al año siguiente pasaríamos al segundo, y podríamos usar la sección más lejana del patio, mirando desde las puertas. Allí siempre estaban los alumnos de los tres cursos más grande.

En ese año comprendí, o tuve que comprender, en realidad, ciertas reglas que tenían mis compañeros con respecto a los que no pertenecían al grupo de los más interesantes. Una de las actitudes de las que me dí cuenta, era que a los compañeros nuevos se los veía como malas personas, por lo que nadie se acercaba a ellos. sólo por el simple hecho de ser nuevos y no saber quienes son. Comprendí, más que nada por la fuerza, que si una chica no era tu amiga, sería tu peor enemiga. Luego estaban los chicos, que eran prácticamente otro mundo, objetos prohibidos.

Algo que se notaba a simple vista era que Clara se acercó mucho a una chica y a un chico. Obviamente terminaron formando el típico trío, ese que molesta a todo aquel que cruce a su paso. que no son más que una copia barata de la copia barata de los grupos de chicos populares que aparecen en las series para niños pequeños.

Otra cosa aparente era que Azul Uno y Azul Dos eran inseparables, pero de vez en cuando Azul Uno venía hacia mí, durante algún que otro recreo, y me pedía que le cantara algo, ya que según ella, mi voz le recordaba a una cantante famosa que le encantaba. No veo necesidad de aclarar que cantaba mal, pero ella me lo agradecía de igual manera y se volvía a ir con la otra Azul y con Emily. Luego, las escuchaba reírse. No quería aceptar que se estaban riendo de mí, quería negar esa idea con todas mis fuerzas, pero tiempo después me fue imposible si quiera intentarlo. ¿Por qué, de todas las chicas del curso, Emily se tenía que juntar con esas dos? Yo, que la conocía desde chiquita, cuando llenaba de baba los juegos del jardín en la sala rosa, la conocía desde hace cinco años, y en vez de pasar tiempo conmigo, se fue con dos chicas a las cuales casi ni conocía. Y, para colmo, se reían de mí.

Los chicos, de ahí en adelante, fueron mi sufrimiento total, y con esto resumo toda mi vida, siendo honesta. Los típicos tontos, liderados en cierto modo por el más creído del aula, eran muy molestos. Este grupo de cuatro en particular ignoraba a los nuevos como si, directamente, no estuviesen allí, pero a mí...

Ojalá me hubieran ignorado.

Cada palabra que me decían, aunque no fuera tan dolorosa la burla, se sentía fatal. Saber que uno de esos chicos, sí, el creído, fue con el que compartí la primaria, y que de repente me trataba como a él le parecía correcto era algo que detestaba.

¿Acaso hice algo mal sin darme cuenta y, por ende, es una venganza?

¿Me lo merezco?

Ma petite violoniste | #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora