Capítulo 3

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Cuando los brillantes pies del Ángel tocaron el suelo y la tierra que poseía el lugar en el que nacería un nuevo humano, en el cual se convertiría su espíritu, sintió frío. Estaba demasiado alejado de su protegido y la tierra, desde el punto de vista humano, le pareció demasiado impredecible.

Sus alas lo envolvieron y comenzaron a deshacerse, dando la impresión de que alguien había hecho explotar una almohada llena de ellas. Muchos rayos de luz comenzaron a colarse entre lo que quedaban de las alas y poco a poco fue adoptando una forma humana, para así poder mezclarse con los individuos de ese lugar.

Terminado el proceso, se miró las manos, aún conservaban cierto brillo y blancura de su forma celestial. Miró a su alrededor y siguió su instinto, el cual llevó a un edificio que en la entrada rezaba la palabra: "Hospital", sin decir nada, subió unos peldaños que tenían un letrero que le indicaban que eran unas "escaleras", hasta que simplemente su instinto hizo que se detuviera y saliera de ellas. Caminó por el pasillo hasta una sala con muchas mujeres con una enorme protuberancia en el abdomen, así que supuso que estaba embarazadas. Tomó asiento algo lejos de ellas y comenzó a mirar el rostro de cada una para localizar a la que le daría vida al humano contenedor.

Vislumbró una de cabellos dorados y tez blanca y algo rosada por el esfuerzo, sacó la foto de lo que sería el bebé, como le decían a los recién nacidos, al año de haber nacido y vio que no tenía ningún parecido con esa mujer, así que la dejó tranquila, luego observó a una mujer igual de blanca que la primera, pero cabello rojo, abrió los ojos por la sorpresa, ese color lo hizo sentir mareado por el susto, era tan rojo como las historias sobre los demonios, se desesperó aún más cuando se dio cuenta que nadie ahí tenía un ángel a su lado, ¿No se suponía que los guardianes debían velar por esos humanos? ¿Dónde estaban todos?

Se puso de pie y parpadeando, por el miedo, con fuerza. Se puso de pie y comenzó a dar pasos lentos por donde había llegado, pero no puedo alejarse demasiado, pues algo lo tomó del hombro, lo cual le produjo el dolor más estrepitoso que jamás había sentido en sus siglos de vida.

Como pudo se dio vuelta y vio lo que lo sujetaba, un humano, pero no era un humano cualquiera, ya que sus ojos eran oscuros como las miles de noches que presenció en su vida, su cabello era negro como la oscuridad del océano en el que había vivido cuidando a su espíritu, y sus labios, sus labios eran abultados y rojos, como los pétalos de una rosa. El joven ángel quedó escandalizado por la magnitud de su belleza, pero dicha admiración se esfumó cuando fue consciente del dolor en la zona en la que sus cuerpos se tocaban.

- S-suéltame, ¿Q-quién eres? — cuestionó asustado de la respuesta que ya sabía que se avecinaba.

El humano, o por lo menos eso parecía en el exterior, le sonrió.

- ¿Qué tenemos aquí? — comenzó a recorrer el brazo que sujetaba. El ángel, en respuesta, se retorció de dolor. — Nada más y nada menos que un ángel... — Acercó su otra mano para tocar el rostro blanquecino del aludido. —... Y nada más ni nada menos que uno muy hermoso. — dijo sonriendo.

KyungSoo se mordió el labio inferior intentando soportar el dolor que le producía el contacto, si no hubiese sido por las mujeres que iban y venían por la sala, ya se hubiese puesto a gritar y retorcerse de dolor, más era imposible en su situación.

- D-déjame, m-me lasti-imas... — le reclamó en un susurro. No se atrevía a tocarlo, pues temía aumentar el dolor.

- ¿Por qué dices que te lastimo? En todo caso yo también debería reclamarte, siento que voy a perder los brazos por el hecho de acariciarte. — le respondió por fin soltándolo y poniendo sus brazos detrás de su espalda.

KyungSoo siguió el camino de sus manos y luego volvió a mirarlo a los ojos, pero al notar la magnitud de la profundidad y oscuridad de estos, los apartó.

- ¿Qué eres que ni siquiera puedo mirarte a los ojos? — trató de ver el rostro del humano de reojo. Una mujer los observaba con la tez llena de sudor, extrañamente, le resultó familiar, lo cual era imposible.

- ¿Para qué quieres saberlo? ¿Qué te parece si mejor nos sentamos a charlar un poco? — le dijo mientras se iba a sentar en una de las sillas del hospital.

El ángel lo miró dudoso, pero aceptó, no por la invitación en sí, sino que necesitaba comprobar algo.

- Y dime, pequeño ángel, ¿Que haces aquí? — inició la conversación el extraño, pero el aludido no respondió, estaba ensimismado en esa mujer de cabello y ojos color chocolate, agregándole el color de su piel, que tenía el tono de un cielo al atardecer.

Volvió a mirar la foto entre sus manos y luego a la mujer. Sonrío para sí mismo, había encontrado a la madre del futuro bebé. Quiso levantarse e ir a saludarla, pero se contuvo porque:

1) No podía hacer contacto con humanos hasta que fuese la hora.

2) Tenía miedo de hablarle a un humano, o por lo menos a otro, el contacto ya le estaba resultando doloroso.

- No me ignores, estoy aburrido esperando también, vamos, joven ángel, háblame. — acercó sus largos y blancos dedos hasta la mano del ángel, justo la que sostenía la foto y la rozó de casualidad. Los ojos de KyungSoo multiplicaron su tamaño por la sorpresa. La foto, en menos de un segundo, se quemó, más no del todo, volteó a ver al individuo y éste estaba de lo más sereno.

- ¿Por qué hiciste eso? Necesitaba la foto. — la voz del ángel era neutra.

El extraño humano sonrío de lado y pasó sus manos por sus oscuros cabellos, alborotándolos un poco.

- ¿Todavía no te das cuenta? ¿No has estado en la tierra antes? — lo miró arrugando el ceño, le había dado mil pistas y el pequeño no adivinaba.

- Pues la verdad... No, es mi primera vez en el "rubro" de los humanos, pero si son como tú, iré ahora mismo a decirle a mi señor que desista de su absurdo plan.

El humano volteó los ojos y chasqueó los dedos, en un instante todo se desvaneció  a su alrededor, como por arte de magia. Del susto se observó a sí mismo, había vuelto a su forma celestial, miró a todos lados hasta que el humano de hace un rato apareció frente a él, pero esta vez no iba vestido casual, al igual que él también llevaba un traje, uno alterno al suyo, este era negro con reflejos rojos. Los cabellos del ser eran ahora un rubio cenizo brillante y llevaba delineados los ojos.

El ángel abrió las alas del susto, estaban flotando en un espacio inmaculado que no tenía salida, lo descubrió cuando intentó salir volando de ahí, pero no se movió ni un ápice.

-¿Dónde estamos? ¡Sácame de aquí! — gritó con un tono de voz desesperado, pero al no recibir respuesta alguna, se puso a rezar, a ver si desde ahí arriba le daban una mano.

- Cállate, pequeño iluso, aquí tus estupidos rezos no tendrán efecto. ¿Sabes por qué? — comenzó a reírse como un niño pequeño. — ¡Porque aquí mando yo! — exclamó abriendo lo que serían una alas de color negro, pero no tenían suaves plumas, sino una membrana, parecida a la de los murciélagos.

El ángel abrió la boca un par de veces intentando decir algo, mientras que el ente daba vueltas a su alrededor.

- Eres... — se tapó la boca con las manos. —... Un.... — logró soltar, pero no terminó de decir lo que tenía que decir.

-¡Demonio! ¡Síííí! — terminó la oración dando giros en el aire. — Ahora que lo sabes, volvamos. — dijo chasqueando los dedos.

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En un rato sigo subiendo otro más <3

Si hay dudas, responderé, mi mente se fue a otro planeta con esta historia, lo sé u____u

Rivers22S <3

En otra vida ➡ [KaiSoo - Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora