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Domingo 27 de octubre. 01:08h. Tercera Carta. S. Rot
No sé qué es peor, Livi. Tener pistas y rastros que no llevan a ninguna parte, o no tener nada.
En tu caso: un callejón oscuro, tu cuerpo sobre la basura, un golpe en la nuca, una fibra confusa, un sospechoso demasiado claro, uno motivo evidente... y aun así, yo sé que ese padre no es el culpable. Todos pensaron que sí. Su amenaza pública tras la vista de su hijo, la nota en tu agenda, tu cuerpo poco más de dos manzanas de su casa, sin una coartada... Suficiente para que Isaac Ribawn recomendara cerrar el caso. Él te apreciaba, sé que no daría esa recomendación si no estuviera seguro. También fue suficiente para que el jurado le declarara culpable. Pero esos ojos... Recuerdo las palabras de ese padre, Livi, recuerdo su mirada aterrada al salir de la sala de interrogatorios: "Odiaba a su esposa, me quitó a mi hijo, pero le juro que no la maté". Le creí, Livi. Tengo la certeza absoluta de que ese padre no es tu asesino. Pero... no tengo la menor prueba que sustente mi teoría. Y desde ese día, busco a tu verdadero asesino. Muchas noches me desespero por la impotencia de no encontrar nada. Me siento en la mesa, reviso las pruebas y me obsesiono con ver como culpable a ese padre. "Ir Miguel Turlington", una cita en tu agenda, a la hora en que te mataban te citaste con la persona que te había amenazado. Pero... ¿Por qué te citaste con él? Esa pregunta me tortura. Una fibra de palma tropical detrás de tu oreja. El único rastro encontrado en todo tu cuerpo. Contaminación cruzada, se dictaminó, pero... en todo ese montón de basura donde te tiraron, no se encontró ninguna fibra similar. Y tu golpe mortal, seco y violento en la base del cráneo con un objeto no identificado, una herida angulosa que pudo provocarse con multitud de objetos: al caerte sobre la esquina de una mesa, al ser golpeada por detrás con algún objeto de decoración... Pero de nada de eso se encontró rastro alguno en casa de Turlington.
En fin, pistas, pruebas e indicios que llevaron a la cárcel a un inocente y que no me sirven para encontrar al verdadero culpable.
Y ahora... Ahora no tengo nada. Ni una gota de sangre, ni una insignificante fibra, ni una discusión pública, ni un patrón... Sólo tengo lo que ese monstruo quiere dejarnos. Unas palabras retorcidas, un texto vacío, referencias a una novela de un escritor pirado que escribía desnudo y fumaban como un carretero.
Nos ha dejado una dedicatoria. Mientras le buscábamos, él estaba a cinco metros observándonos y escribiéndonos. Su deleite me enferma. Su elegante y precisa caligrafía, me da nauseas. Su mensaje, inocente y pretencioso, me aterra. Me escribe a mí, tengo la seguridad, de alguna manera me ha reconocido. Por las noticias, lo más probable. Me trata como a un igual, me llama gorrión, y firma como gorrión rojo. Falsa humildad de un demonio refinado que excusará sus actos a saber con qué tenebrosas razones. Hierbajos y sucias palomas los llama, a ellos, cuyo único crimen puede que sea ser unos capullos maleducados. Se adjudica una misión elevada, pobre desgraciado que piensa que con la muerte se puede arreglar un mundo que no deja de sangrar.
Mañana iré por la mañana a ver a Isaac. Desde tu entierro, no le he vuelto a ver. Sé que tu muerte también le rompió el corazón. Y sé que no tener argumentos para aceptar mi teoría sobre la inocencia de Turlington y verse obligado a cerrar el caso, le dolió. A veces pienso que tú y yo somos la razón por la que se retiró. Ahora escribe en una alejada cabaña, bueno, siempre quiso hacer eso. Hace poco ha publicado un libro nuevo, la editorial te mandó un par de ejemplares, entiendo que no han actualizado... en fin, ahí los dejé, en tu mesa. No he podido perdonarle, Livi. Sabiendo que hizo lo que debía con las pruebas que tenía, pero... no, no le he llamado ni he contactado con él desde tu entierro. Mañana lo veré, así que puedes imaginar la gravedad del caso que tenemos. Pero no me queda otra, como te he dicho, no tenemos nada, y eso me está llenando de rabia e impotencia, tanta como con tu caso, que teniendo pruebas, no consigo encontrar a tu asesino.
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Palomas y Gorriones
Mistero / ThrillerBlanco y Negro. Locura o Cordura. Amor u Odio. Asesino y Policía: Los polos opuestos se atraen... Un asesino insensible, mata a todas aquellas personas que le recuerdan a sus odiadas palomas: Altivas, prepotentes, egoístas... Y con absoluta naturali...