2. La nueva Maya.

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Hoy cumplimos dos meses de novios. Para mí no es tan especial como cumplir un año, pero él insistió en que hagamos algo. Como les dije antes es muy dulce. Estábamos en su coche.
-¿Ya me dirás adónde vamos?-le pregunte con voz un poco ronca.
-Nop, es una sorpresa-me sonrió.
-Odio las sorpresas-dije molesta-Porfa dime!
-No te preocupes ya casi llegamos.
Se estacionó frente a un café. No me di cuenta en donde estaba, hasta que nos sentamos enfrente de una ventana, con vista al... Parque. Reconocería ese parque cuando sea. Ese era nuestro parque, con nuestros columpios. Y cuando digo "nosotros" no me refiero a mí y a Alexander. Más bien me refiero a mí y a Ben. Me entró un extraño sentimiento, traté de apartarlo de inmediato. Alex se veía muy contento. No podía arruinarle eso. Además lo quería demasiado. Me puso la silla y luego me la acercó a la mesa. Después él se sentó y empezó a hablar:
-Recuerdo que cuando Ana estaba en el hospital, vine a desayunar aquí una vez. Y te vi en los columpios. Esa fue la primera vez que te vi. Luego, cuando a Ana le hicieron la cirugía, vine otra vez. Y te vi otra vez. Después vine una tercera vez, con Ana y volví a verte y esta vez ella lo noto.
Se me salió una lágrima y el continuo.
-Cuando ella murió me dejo una nota, me dijo que te llamara. Y eso hice, pero lo hice más por Ana que por mi. Pero cuando te conocí bien, me di cuenta de que estaba empezando a hacerlo por mí. Y me enamore de ti.
Entonces salió otra lágrima y luego otra, hasta que empecé a llorar de verdad. Su cara cambió, y fue a confortarme. Me abrazó y luego yo le rodeé el cuello con los brazos y me acurruqué en su pecho, sin dejar de llorar.
-Maya, no llores. Sé que es duro, pero...-y ya no pudo decir más.
Dejé de llorar y en eso llegó la mesera y él me soltó.
-Lo siento-le dije y sonreí-yo también te amo.
Luego ordenamos. Yo pedí un capuchino y pan francés y el pidió huevos estrellados con tocino y café americano. Después de desayunar nos fuimos al parque. Me preguntó si quería que nos sentáramos en los columpios y con mucho esfuerzo dije que si. Mientras estábamos sentados me besó y yo le devolví el beso. Y no importó nada más. Pero cuando se detuvo no pude evitar pensar en Ben. ¿Tan mala persona soy?

MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora