Eran las doce y media de la noche y Alejandra aun seguía leyendo, en eso constituían sus vacaciones: Leer. ¿Que mas podía hacer que llenar su cerebro de conocimiento, y si no, de cursileria amorosa? (La cual a ella le encantaba) Nada, sus vacaciones iban a estar aburridoras. Ella cogía un libro y escapaba de la realidad, era lo que más le gustaba hacer. El que ahora leía era El Café de los Corazones solitarios de la escritora Milly Johnson. Le gustaba la historia que llevaba el libro detrás. Alejandra se caracterizaba con Leni Merryman quien era una mujer verdaderamente alegre, atendía en el café en el que se desarrolla toda la historia; El Café de la Esquina, el lugar (según su descripción) era hermoso, en las estanterías habían adornos de libros clásicos, tales como Orgullo y Prejuicio o Cumbres Borrascosas y si no, los espectaculares libros escritos por las Brontë. Así era como quería ser Alejandra, una mujer feliz que brindaba felicidad a otros. Claro, aún le faltaba poco para ser una mujer, el próximo año cumpliría diecinueve.
Eran vacaciones y su madre estaba aterrada de verla todo el tiempo encerrada.
-Deberías salir con tus amigos, salir a la realidad.- le dijo al entrar y encontrarla en la cama con su libro en las manos.
-Por eso leo, es un salto fuera de la realidad.- respondió sin levantar la vista del libro.
-Es en serio,- dijo enojada haciéndole levantar la cara- llama a Nicolás y sal con él, o algo.
Alejandra cerró el libro y se levanto de la cama sin mediar palabra, con el libro en las manos salió de su habitación y fue al parque. Su madre a veces la sofocaba. Y iba en su mejor momento del libro; el ex marido de Molly Jones volvía, enfermo, para remendar los errores de su pasado. Harvey Hoyland, así se llamaba el ex marido de Molly, estaba enfermo del corazón y volvía para buscar un disculpa aceptada por parte de Molly. Que emoción, pensaba Alejandra, eso si debe ser amor.
Alejandra se sentó en una de las bancas del parque, todo era calma y silencio, una brisa veraniega revoloteaba su pelo. Terminó el capitulo treinta y dos y cerro el libro para tomar un poco de aire. Una chica alta y de pelo negro se sentó en la banca de al frente de la de Alejandra. Llevaba una un bolso Luis Vuitton blanco con rayas verde militar del que saco El Café de los Corazones Solitarios. Alejandra miro el que tenia entre las manos para asegurarse de que fuera el mismo. Si, lo era. ¿En que parte iría? Se moría por saber. Así que tomo la decisión: Le iría a hablar a la chica. Era simpatica, tenia el pelo oscuro por debajo de los hombros, casi llegando a su cintura. Iba muy bien maquillada y vestida, llevaba una camiseta gris, corta con un estampado que parecía ser de águila, un pantalón blanco, tiro alto y lo mejor de su outfit; sus zapatos, eran unos tacones altos color mostaza que llegaban hasta sus tobillos y en algunos lugares dejaban ver partes de sus pies. Sus labios eran carnosos, sus pestañas largas y sus cejas depiladas y con forma que favorecía su cara.
Alejandra se fue acercando lentamente hasta ella. Al llegar a la banca le dio un toque en el hombro. Ella levanto la mirada del libro y sonrío al encontrarse con una chica alta, de ojos espectacularmente azules verdosos, de cabello rubio. Sus cejas son más oscuras que su pelo, son cafés. Va vestida con una camisa blanca con un estampado de una mujer agarrando su nalga, un pantalón negro largo, y unos zapatos rojos de material Ante.-Hola, soy Alejandra.- dijo sentándose al lado de la chica.
-Un gusto- dijo sonriendo-. Soy Valentina.
-Parece que tenemos los mismos gustos de lectura. ¿En qué capítulo vas?- dijo Alejandra poniendo su libro al lado de el de Valentina.
-Si, voy terminando el treinta y dos.- Alejandra sonríe de oreja a oreja.
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Y así pasaron la tarde Alejandra y Valentina, compartiendo sus gustos, disgustos y pensamientos sobre El Café de los Corazones Solitarios.
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El Club de Libros.
De TodoEsta es una historia cargada de amor, comedia y por su puesto, buenos libros. Todas las tardes Alejandra y su club, o mas bien grupo de amigos, estarán cargadas de interesantes conversaciones y excelentes libros. -Leer me permite volar en mi imagin...