s e i s

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Que te despertara tu madre a gritos no era nada agradable, pero que te despertaran unos gemidos de supuesto placer procedentes de la planta de arriba era peor. Mucho peor. Me tapé los oídos con el cojín que tenía a modo de almohada, intentando dormir algo más. Me había quedado prácticamente toda la noche despierta mirando el techo de la casa de Sunhee, y justo cuando conciliaba el sueño, me despertaban sus gritos, que por muy imposible que pareciera, eran gemidos que se podían escuchar desde la planta baja.

Empecé a rezar para que cesaran. Y lo conseguí. Al rato, Taehyung apareció para darme un par de golpes -fuertes pero cariñosos- en la espalda y acabar de despertarme.

Sunhee, que me miraba con cara de haber comido limón, ni siquiera me saludó al despertar, y eso que debía de estar de buen humor porque ella y Taehyung habían... bueno, eso.

Fue él el que me ofreció algo de desayuno, pero lo rechacé al ver que su novia estaba a punto de tirarme un cuchillo a la cabeza. Me fui rápidamente de allí, el ambiente estaba demasiado cargado, la tensión se podía cortar con un cuchillo si no fuera por Taehyung. Me dio la sensación de que quería hacer un trío, lo cual me hizo huir lo más rápido posible.

Era lunes, y como todo lunes, tenía que ir al instituto. El problema es que todo estaba en mi casa, así que tuve que contar bien los minutos y calcular cuánto tiempo iba a tardar en coger una bolsa de deporte y en llenarla de ropa, dinero, libros y algún que otro objeto menos importante. Nadie me diría nada si llevaba una bolsa de deporte al instituto, ¿verdad?

De camino a casa no podía dejar de pensar en Suga, a lo mejor porque iba caminando por la enorme acera que recorrí con él. Me pregunté dónde estaría en aquel momento, quizá en otro instituto, quizá trabajando en algún lugar o quizá en la universidad. ¿Le llamarían Suga también o le llamarían por su nombre real? Quería verle. De repente, se había convertido en una necesidad. Me imaginé que estaba esperando sentado en los escalones de casa, con los codos en las rodillas y la barbilla hundida en las manos, con su cara de ''me importa todo una mierda'' y sus ojos oscuros casi cerrados del sueño. Sonreí de sólo pensar en lo adorable que sería.

Desgraciadamente Suga no estaba en la puerta de casa -obvio-, pero sí lo estaba Jungkook. Vestía el uniforme del instituto y cerraba la puerta justo cuando yo me puse a su lado para intentar colarme. Eso de que una imagen vale más que mil palabras fue más que aplicable ya que la expresión de Jungkook habló por sí sola (decía claramente: ''te odio''). Nos ignoramos mutuamente, ninguno de los dos hablamos. Ni nos saludamos como hermanos, ni siquiera como personas conocidas.

Entré en casa, subí las escaleras rápido intentando hacer el menor ruido posible, abrí cajones, saqué ropa, cerré la bolsa de deporte, me cambié y volví a irme dando un portazo que me obligó a esconderme de mi madre detrás de un arbusto.

*****

El lunes era el día más ajetreado que había tenido en mi vida. Se podía resumir en estudio, trabajo y cansancio. Había acabado mi turno en la cafetería, y como siempre, tomé el mismo camino que llevaba a casa... hasta que mi acordé de la promesa que me hice a mí misma de no volver. Me encontraba en medio de una calle oscura, esa que estaba llena de locales normalmente vacíos los días de diario, pensando a dónde ir y cómo. Eché un vistazo por los lados y marqué el número de emergencias como solía hacer, aunque tuve la sensación de que iba a dejarlo marcado toda la noche. Empecé a caminar. Me sentía sola, intranquila y vulnerable por alguna razón, y cuando vi que había dos figuras humanas en la oscuridad, quietas, quise retroceder. No lo hice. Me quedé ahí como una estúpida esperando a que mis piernas respondieran, mirando cómo intercambiaban algo.

Una de las dos figuras empezó a moverse después de unos segundos. Sólo dio un par de pasos y lo reconocí. Él también me reconoció y se paró en seco, casi tropezando con el borde de un bordillo.

Hold me tight » Suga; BTS✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora