c u a r e n t a

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Fueron los tres días más angustiosos de mi vida.

Después de que viera a Yoongi en la camilla, entrando a la sala oscura, Jungkook llegó para cogerme de la cintura, levantarme y llevarme en volandas de vuelta a casa. No me dejó salir en toda la tarde. Por la noche, mi madre me dijo que Yoongi estaba estable dentro de la gravedad, pero que aún no podía visitarlo. Pasó tres días en la unidad de cuidados intensivos, estuvo vigilado las veinticuatro horas del día. Su cuadro clínico no era demasiado esperanzador. La primera hipótesis de los doctores fue una sobredosis, pero la segunda, y las más acertada, fue un posible intento de suicidio. Yoongi había mezclado barbitúricos con cualquier tipo de alcohol en dosis desorbitadas. Estuvo a punto de ahogarse con su propio vómito antes de que su sistema respiratorio colapsara. Era lo más grave que le había ocurrido. Tenía una contusión en el costado, por culpa de la caída que sufrió al desmayarse, que gracias al cielo no fue demasiado fuerte. Los médicos descartaron cualquier tipo de lesión en la cabeza o alguna contusión cerebral. Lo único que necesitaba era respiración artificial hasta que se estabilizara del todo y todos los sedantes se eliminaran de su organismo.

No recibí ninguna noticia de él hasta el cuarto día.

Jimin me llamó por teléfono. Descolgué tan rápido que el móvil se me resbaló de las manos.

— ¿Está bien?

— Sí, ya está en planta. — Dijo Jimin, con calma. Nunca antes su voz me había tranquilizado tanto. Suspiré aliviada. — Los médicos han dicho que ya no necesita el respirador, sólo oxígeno. Nada más despertarse les ha dicho que necesitaba dormir más y que quería irse a su puta cama.

— Eso es tan Yoongi...

— No llores.

— No estoy llorando. — protesté. Jimin se rió suavemente. — ¿Puedo ir a verle?

— Sí. El horario de visitas es hasta las diez, antes de que el hospital cierre. Te esperaré aquí.

— Estoy allí en quince minutos.

— Ponte guapa. — sugirió. — A lo mejor se cura de repente.

Inconscientemente, hice caso a Jimin. Elegí uno de los muchos vestidos que tenía en el armario. Era sencillo, negro, sin un escote escandaloso, sin tener la falda más corta del universo. Era simplemente un vestido de algodón que se ajustaba ligeramente a mi cintura. Le pedí a mi hermano que me trenzara el pelo para ganar algo de tiempo mientras yo me maquillaba un poco. Jungkook accedió después de tener que discutir con él un par de minutos; el insistía en que me quedaba mejor el pelo suelto, yo creía que el pelo recogido en una trenza me hacía el triple de guapa. Me calcé las zapatillas negras de siempre antes de salir de casa casi volando. Para llegar algo más pronto, tomé un atajo y crucé las pequeñas y estrechas calles que rodeaban el hospital. En quince minutos, como había prometido, estaba en la puerta principal del edificio, nerviosa. No empecé a morderme las uñas de puto milagro.

Jimin me esperaba sentado al lado de una máquina expendedora. También estaba allí Jin, que me saludó sonriente.

— Mírate, pareces otra. — Soltó, mirándome de arriba a abajo. — Parece que te vas a casar.

Negué con la cabeza. — Sólo vengo a verle. Nada más.

— Cierto... Ya no estáis juntos...

Jimin me cogió del brazo y empezó a arrastrarme hacia al ascensor, como si quisiera evitar que Jin continuara hablando. Aún así, el moreno se despidió de mí vocalizando un ''suerte'', enseñándome ambos pulgares. Eso podía significar dos cosas: una, Yoongi estaba en modo sarcástico hasta la muerte, o dos, estaba anímicamente hecho polvo. Seguramente se trataba de la segunda opción.

Hold me tight » Suga; BTS✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora