t r e i n t a y d o s

161K 11.8K 13.1K
                                    

Insistí en que tenía que estudiar, por eso Yoongi convirtió la encimera de la cocina de su apartamento en un improvisado escritorio en el que pude extender todos mis apuntes y libros. Lo único que hizo fue guardar todas las botellas de vodka, whisky, ginebra y soju en un armario vacío. Volcó mi mochila sobre el mármol de la encimera, dijo que me sentara con voz firme y arrimó la silla con un empujón para que yo estuviera más cómoda. Él se sentó enfrente de mí, como si me vigilara. Conectó los auriculares a su teléfono, apoyó el codo en la encimera y se quedó inmóvil con la mejilla hundida en el canto de su mano.

— Gracias. — le dije con una sonrisa. — Seguro que guardar todo eso te ha supuesto un esfuerzo gigantesco.

Resopló. — Enorme.

Le sonreí una última vez antes de concentrarme. Dejó su mano cerca de la mía, y en un acto espontáneo del que ni siquiera me di cuenta, entrelacé mis dedos con los suyos, en silencio. Él ni siquiera levantó la cabeza, ni yo retiré la mirada de mis apuntes. Nos quedamos así mientras yo memorizaba lo mejor posible y él escuchaba música con la mirada perdida en algún punto del infinito. Ya no había ni rastro del silencio incómodo que que había entre los dos los primeros días. Éramos capaces de no mediar ni una sola palabra en horas y no cansarnos del otro. Algunas personas lo llamaban amor, yo prefería decir que era la forma de saber que las cosas iban bien entre nosotros dos.

Cogió una de las hojas que yo leía, seguramente para evitar quedarse dormido. La dio la vuelta, y al cabo de dos segundos, empezó a arrugar la nariz.

— ¿Qué pasa?

— ¿Esto en qué idioma está?

— Son matemáticas...

Frunció el ceño. Sus ojos se movían rápidamente de izquierda a derecha. — Joder, no las recordaba tan difíciles. — Me devolvió la hoja, frustrado. — No te va a servir de nada en la vida. Y lo sabes.

— Gracias por animarme a estudiar, Yoongi.

Se encogió de hombros. — Sólo digo la verdad. Pero no te des por vencida.

— De algo servirán, ¿no?

— Claro. Todos los días vas a comprar dos equis más siete a la menos tres camisetas. — Replicó, con ironía. Volvió a encogerse de hombros, con una mueca, ante mi mirada asesina. — No me mires así, si sabes que tengo razón. ¿De qué sirven las matemáticas?

— Para sumar, por ejemplo.

— Existen las calculadoras.

— ¡Yoongi, venga ya!

Se rió. Últimamente se lo pasaba muy bien haciéndome refunfuñar. Yo dejaba que me fastidiara porque sabía que era la única forma de la que Yoongi conseguía reírse dejando de lado el sarcasmo, la ironía y la amargura con la que normalmente se carcajeaba. Y porque así, era incapaz de pensar en que uno de sus mejores amigos seguía recuperándose de una sobredosis que él creía haber causado. Sabía que Yoongi era incapaz de quitarse aquello de la cabeza, por mucho que fingiera estar bien.

Ladeó la cabeza. Yoongi me miró entre divertido y desafiante. Se quitó sólo uno de los auriculares.

— Entonces, ¿para qué sirven las matemáticas?

— No sé, quizá para entrar a una universidad y conseguir un trabajo que no sea... No sé, vender cocaína, por ejemplo.

Se calló. Entornó los ojos, y no supe si se había enfadado por el comentario fuera de tono o porque había llegado a la conclusión de que en cierta manera, yo tenía razón. Sonrió, hecho que me sorprendió y tranquilizó. Agachó la cabeza y miró hacia otro lado.

Hold me tight » Suga; BTS✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora