- Mamá, iré a buscar a una amiga - pregunté.
- Ajá, has lo que quieras. No vuelvas muy tarde - respondió sin alejar la vista de su telenovela.
Hace medio año que mi madre sufrío la pérdida de mi padre. Ha estado tomando anti depresivos desde aquél momento, así como jamás volví a importarle, así como sus ojeras se hicieron tan grande como su tristeza.
Estaba dispuesta a encontrar a Amanda. Sé que sería una buena amiga, y lo será, de eso estoy segura. Hace meses que no se conectaba, lo cual me preocupaba aún más. Y aún recuerdo ese último mensaje que me mandó, la última vez que la leí:
PsychoA: Hazme un favor, y no vuelvas a hablarme nunca. Adiós.
Salí de mi casa apurada, intentando recuperar mi sonrisa. En la sala de chat, aparecía un poco de su información y por buena suerte decía su barrio, pero no su casa específica. De todos modos, esa información no se actualizó desde hace dos años... Y quizá ya ni viva allí.
Pregunté a personas ajenas donde era aquella dirección, uno me guió a un callejón bastante extraño, así que tuve que preguntar a otras personas que tenían menos aspecto sospechoso. Mi objetivo era encontrarla, no comprar drogas.
- ¿Aquí vive alguna... Amanda? - pregunté a una señora de la primera casa.
- No, está equivocada - respondió y cerró la puerta.
Estaba apunto de rendirme. Las pocas fuerzas que me quedaban se estaban esfumando. Me senté en la angosta vereda, mirando los autos pasar, intentando recordar cual de todas estaba más cerca de la dirreción de la sala de chat.
- ¿Alaska? - preguntó una voz femenina detrás mío.
- ¿Quién eres? - pregunté girando mi cabeza para poder ver su figura. Era un chica pálida, aparentaba la misma edad que yo. Tenía varias perforaciones y su cabello era corto y despeinado.
- No te importa ¿qué haces aquí? - respondió fríamente con su mirada envuelta en mi.
Me levanté y la vi más de cerca. Por alguna razón me resultaba familiar su silueta, y su voz me hacía recordar a alguien en especial...
- ¿Amanda? - susurré intentando sacar el nudo de mi garganta.
- Soy yo.
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Chat Psicópata. ©
Krótkie Opowiadania«El problema de vivir en un mundo tan normal, es que todos quieren ser lo mismo. Y se asustan de los que son distintos» Alaska es una adolescente ordinaria de quince años. Un día de aburrimiento entró a una sala de chat, un nombre en especial le lla...