Capítulo 1

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¿Alguna vez te has despertado pensando que va a ser un día horrible sin razón aparente? Pues ese ha sido mi primer pensamiento del día y eso es raro por dos motivos. Primero porque me considero una persona positiva, de las que nunca ven el vaso vacío (siempre tendrá aire, ¿no?); y segundo porque no suelo ser capaz de pensar nada hasta haber tomado un café. Mis mañanas suelen ser una sucesión de actos automáticos que no requieren más de media neurona para llevarse a cabo pero se hace un poco cuesta arriba cuando duermo menos de 5 horas, lo que tienen las migrañas. Quitando el cansancio y malestar general no tenía ningún motivo para creer que fuera a ser un mal día.

Repté de la cama a la mesilla en busca de mis gafas pero no las encontré y a falta de ganas para ponerme a buscarlas bajé a desayunar sin ellas. En la cocina estaba mi padre descargando el lavavajillas y mi madre intentando salvar unas tostadas que por su olor yo diría que ya estaban muy quemadas. Ninguno de mis dos hermanos estaba en la mesa por lo que seguramente estaban ocupando los dos baños. Me preparé un bol de cereales y comí mirando a la mancha borrosa que supuse que era la televisión.

¡Pero no me habías dicho que querías tostadas para desayunar!- gritó mi madre. No había acabado de procesar sus palabras cuando me puso un plato con dos rebanadas de pan achicharradas al lado del bol de cereales.- Alguien se las tendrá que comer.- bufó.- Claro, estoy a mil cosas a la vez por la mañana y normal que se me quemen...-

-¿ Estás segura de que fui yo quien pidió tostadas?- balbucee con la boca llena- ¿No te las habrá pedido Jamie?- no me estaba escuchando, corría a la cafetera para evitar que se desboradara el café.
Acabé los cereales aunque con desgana, apenas tenía ganas de comer. Recorrí el camino a mi habitación despacio y sin separarme de la pared; en las escaleras Jamie, mi hermano pequeño, me arroyó mientras bajaba a toda prisa en albornoz.
-¡ Ten más cuidado! - Grité. Justo en ese momento Lucas, mi hermano mayor, me empujó contra el pasamanos. - ¡Hey, estoy aquí!-
-Menudo humor tienes por la mañana- contestó sin mirarme.
Por lo menos habían dejado los baños libres y podría ducharme aunque probablemente no quedase agua caliente.

El resto de la mañana no fue mucho mejor, mis padres tenían que ir a recoger a Sara, mi hermana mayor, al aeropuerto por lo que no podrían llevarnos a clase. Esto no hubiera sido un problema, no suele importarme ir andando, de no ser porque fuera caía el diluvio universal. Mis dos opciones eran llegar empapada y congelada a clase o arriesgarme a ir en el coche de Lucas. Me decanté por la segunda opción más comoda a la par de peligrosa. Hacía 7 meses que había conseguido el carnet y que la abuela le había regalado su viejo coche, un mini azul celeste con la pintura desconchada y el suelo tan desgastado que cuando pasaba encima de un charco te mojaba los pies, si a su falta de experiencia le sumas la maravillosa transmisión del mini obtienes una perfecta trampa mortal. Por suerte para todos íbamos tan tarde que el camino al instituto estaba totalmente desierto y no tuvimos problemas para circular ni aparcar.

El conserje nos abrió la puerta a regañadientes y nos escoltó al aula de estudio donde debíamos esperar hasta que sonase el timbre del final de la clase. Saludé al señor Mctabish, el sustituto de literatura que hoy estaba al cargo del aula, él me dedicó una sonrisa mientras se agachaba a recoger unas fotocopias del suelo. Para ser un hombre alto y robusto era bastante patoso. Hice un amago de ayudarle pero insistió en que él podía solo así que escaneé la sala en busca del pupitre más apartado, apoyé mi cabeza sobre la mesa y me rendí al sueño.

-¡eh despierta!- noté unos golpecitos en el hombro- Liz despierta de una vez que hay clase con el señor Ballows y nos va a matar como lleguemos tarde.- insistió
Levanté la cabeza del pupitre y mascullé una mezcla de saludo y bostezo.
- Tienes una pinta horrible, ¿te has peinado?-
- Buenos días Mattie, yo también me alegro de verte, tienes buen aspecto esta mañana-
- No hay tiempo para formalidades ni sarcasmos, va a sonar el timbre, si llegas a tiempo te guardo un sitio- y se fue del aula de estudio.

Mucho Ruido No Hace Un DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora