Capítulo 7

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-¿Me estás diciendo que pretendías defenderte de unos ladrones con un refresco?- Se mofó Mattie mientras dejaba sus libros en la taquilla.

- Era una botella de dos litros...¿Qué hubieras hecho tú?- aunque lo sabía perfectamente, tres años de karate, dos de taekwondo y defensa personal este año.

- Pues no se, hubiera cogido una sartén o algo,- por mi mente pasó la imagen de la sartén de 5 kg en la encimera. Buena esa Lizz.- ¿Tu hermano no jugaba al lacros? Podrías haber cogido el palo, o stick, como se llame. -

- ¿Cual de los dos? ¿El sociópata silencioso o el enano casanova? Da igual, ambos le tienen alergia al deporte.-

- Tiene 14 años...-

- Tiene 15- corregí- y mide 1,50m. -

- Podeis decirle que es adoptado para que se sienta mejor.- se encogió de hombros.

Caminamos por el pasillo en silencio, podía oler las patatas fritas de la cafetería desde aquí. Mi tripa rugió lo suficientemente alto como para que las dos la oyeramos, Mattie lo ignoró pero el resto de personas del pasillo no hicieron lo mismo. Me había levantado a las 6 para no encontrarme con Sara y llegar a tiempo a clase. Mi desayuno había sido leche, sin café ( cada vez que enciendo la cafetera es como si invocase a las ordas del infierno), y los restos de Fruitloops. ¡Cómo odio que Jamie dejé las bolsas de Fruitloops cuando solo quedan migajas! Ya veía la puerta de la cafetería cuando Mattie nos hizo desviarnos al baño.

- ¿Me odias?- dije mientras abría la puerta.

- Ni mucho menos, te quiero, eres mi mejor amiga. - rellenó su botella y sacó del bolso un peine. Lo del agua era su ritual habitual, le indignaba tener que coger una botella nueva cada vez que comíamos, pero había algo raro.- Siempre te portas bien conmigo y te lo agradezco.- Se cambió la raya a un lado, luego a otro, y acabó dejándola como al principio.- Ya estoy. Solo ha sido un segundo y no te has muerto.-

- Me estoy consumiendo por dentro...y huele a...-

- Lo sé, hay pizza con patatas, no te hago esperar más.-

No sabía que había pizza. Juro que en ese momento mi cara se iluminó, pero duró poco poque mis tripas volvieron a rugir.

Nunca se me había hecho tan larga la cola del comedor. Pasé de los entrantes y fui directamente a por la pizza. Cuando me presenté en el mostrador para pasar mi ficha de estudiante la encargada me miró con algo de recelo. La gente detrás de mi empezaba a impacientarse así que cogí una ración de ensalada. El gesto de la encargada cambió, ahora que acompañaba mis cuatro porciones de pizza carbonara con algo de verdura estaba comiendo sano y equilibrado. Nada más salir de la fila empecé a devorar la pizza, estaba tan entretenida comiendo que ni siquiera me di cuenta de que Mattie había pasado nuestra mesa.

-¿Hoy no comemos con Las del club de debate?- eran sus amigas, no las mías, pero me había acostumbrado y su presencia ya no me molestaba.

- Nos ha invitado Adam a su mesa, ya sabes para hablar de la prueba y eso- me dijo por encima del hombro. Con razón habíamos parado en el baño.

-Espera, ¿NOS ha invitado?- estaba convencida de que había logrado hacerme completamente invisible.

- Claro...- Había hablado demasiado pronto. Como yo tan acertadamente había vaticinado solo había un sitio al lado de Adam. Este retiró su sudadera del club de atletismo del asiento y se lo ofreció a Mattie. Ella le saludó y luego volvió a mirarme, se la veía claramente agobiada. No la culpo, en estas situaciones tienes la cabeza en las nubes y te olvidas de cosas tan básicas como de comer con tu mejor amiga.

Mucho Ruido No Hace Un DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora