Capítulo 4

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Mi móvil seguía vibrando en el bolsillo pero en ese momento era la persona con la que menos ganas tenía de hablar. Entré en clase y me fui a mi sitio habitual detrás de la columna. Saqué la silla del pupitre de al lado para apoyar los pies pero en ese momento Sally Pachenbel ocupó el sitio.

- ¿Qué haces?- le pregunté con gesto desagradable- Esta no es tu clase.-

-Shh- cogió mi mochila y la colocó sobre su mesa para que la tapase. Hice un amago de quitársela pero me dio un golpe seco en la mano.- Deja eso y calla.-Me masajeé la mano dolorida, allí donde me había dado ahora tenía una marca redonda y roja.

El profesor de español entró en clase acompañado por el jefe de mantenimiento y el señor Ballows. Tras discutir un rato empezó a pasar lista. Según decía los nombre Sally se iba hundiendo cada vez más en la silla, iban a pillarla. La lista se iba reduciendo y quedaban pocos nombres, estaba sentenciada o eso creíamos las dos. La última de la lista, Shie Yang, no respondió cuando la llamaron. Repitieron su nombre y Sally aprovechó la oportunidad.

- ¡Presente!- exclamó. No podía creer la suerte que tenía. Ballows discutió un rato con el profesor pero al final desistió y se fue a otra clase. Solo entonces Sally se reclinó en la silla y respiró tranquila.

Era todo un elemento esta chica y eso que hoy iba vestida como una persona normal, bueno, todo lo normal que ella podía ir: llevaba una chaqueta militar ancha, una camiseta de los Sex Pistols y unos pantalones oscuros. Sin olvidarnos de su característica sombra de ojos negra y sus labios a juego. Era un poco intimidante y borde con la gente que no conocía pero no era mala persona, algo rara pero no mala. Yo nunca me he llevado bien con ella,más que nada porque no trago a su hermano y ella tampoco a Sara. Luke dice qué es divertida, yo no me he molestado en comprobarlo.
-Oye- la llamé en voz baja- ¿ por qué te estaban buscando?- Ella me miró y no respondió.- Bueno dime a quién buscan Ballows y el conserje.-
-Quizás a la persona que ha liberado a los pobres animales del laboratorio. Tampoco se mucho pero parece ser que alguien entró en el descanso y dejó abierta la jaula de las ratas.-
- ¿Has liberado a las ratas?- me entraron náuseas.- ¿Hay ratas correteando por el instituto?
- ¿Yo? Que va, tus acusaciones infundadas me ofenden.- además parece que no ha servido de mucho porque la mitad se han quedado en la jaula y parte de la otra estaban tan drogadas que no supieron salir de la clase...-
El profesor nos llamó la atención y dejamos de hablar, tampoco es que yo quisiera seguir con la conversación. Podrían haber sido gatos, perros, hurones, ranas, lagartijas, arañas, serpientes o gusanos y hubiera dado igual pero tenían que ser ratas. Se que este miedo es algo irracional pero es pensar en ellas y me dan escalofríos. En la edad media se torturaba a los prisioneros con ratas hambrientas, son capaces de comer cualquier cosa y siempre van en manada o enjambre o como sea...me empecé a marear. Basta con que quieras dejar de pensar en algo para que se te llene la cabeza de imágenes de...sucias y escurridizas ratas negras corriendo por los pasillos del instituto.
No se como me encontré mirando fijamente a Sally con cara de susto.
-¿Qué pasa??¿Tengo ratas en la cara o qué?- me la imaginaba rodeada de asqueroso ratones. Apoyé la cabeza en la mesa e intenté concentrarme en la clase. No me había dado cuenta de que había apagado las luces y estaba puesta una película. Ratatouil.

-Eh vuelve ahi- susurró Sally. Estaba girada hacia su izquierda, sujetando algo con dos manos. Me incliné para ver lo que era. Una bola peluda negra con cuatro patas.
Me llevé las manos a la boca para no gritar. Esto no podía estar pasando. Empecé a alejar mi mesa de la suya intentando no hacer ruido cuando una cabecita blanca de ojos rojos se asomó desde el otro bolsillo. Nos miramos la rata y yo, las dos paralizadas, hasta que ella empezó a sacar el cuerpo del bolsillo. Cayó al suelo sin que nadie la viera y comenzó a correr hacia mi. Subí los pies a la silla intentando apartarme.
- ¡Cógelo!- me susurró Sally. Hice acopio de todo mi valor y mientras pasaba por debajo de mi mesa alargué la mano y la cogí por el rabo. No sabía que hacer con ella y como Sally tenía las manos ocupadas la volví a meter en el bolsillo. La rata insistía en salir pero cada vez que sacaba la cabeza yo la hundía con el dedo de vuelta a su escondrijo.
-¿Pero qué demonios haces? Deja de jugar con él y sujétalo.- Estaba alzando la voz. Un par de cabezas se giraron hacia nosotras.- Pues tendrá que ser a las malas.- sujetó a la otra rata con una sola mano, vacío mi mochila y la metió dentro.
- No...- adiós a mi mochila.
- Déjamela hasta mañana.- cogió la rata blanca y la guardó también.- de aquí no se pueden escapar.-
- Puedes quedártela...total solo es una bolsa.- que compré en el Kandem Marquet de Londres el año pasado. Una parte de mí lloraba por dentro y otra moría de asco.
- Esta te la lavo al llegar a casa y si te vienes...-
- ¡Silencio!- Nos dijo el profesor. No hablamos hasta el final de la clase cuando Sally me ayudó a llevar los libros hasta mi taquilla.
-Tengo un par de bolsas de tela en el teatro, no es igual pero te servirá hasta que te la devuelva.- intenté convencerla de que no era necesario pero acabó llevándome casi arrastras.

Mucho Ruido No Hace Un DramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora