Ariel 1

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Me resigné con un profundo último suspiro antes de subir al autobús. A partir de ese día viviría con mi hermano mayor en una ciudad diferente, lejos de casa y cerca de la universidad. Les dije a mis padres que solo esa universidad tenía la carrera que quería estudiar, la verdad era que quería salir de ahí, escapar de la realidad.

Me senté en mi asiento con mi maleta en los pies y me dediqué a mirar por la ventana sintiendo a alguien sentarse a mi lado. La ciudad que conocía, donde había vivido toda mi vida desaparecía conforme avanzábamos, pronto se veían el campo, árboles. Sembradíos y la carretera que a momentos conectaba con otra. El cielo era de un azul perfecto y las nubes bien alineadas, parecía una pintura y me recordó al cielo falso de Toy story.

Miraba por la ventana intentando no pensar. Una lagrima se deslizó por mi mejilla, al parecer no lo estaba logrando. Con resignación acepte que él no había salido de mi cabeza y le daba vueltas a lo que pasó una y otra vez.

Mi primer amor era uno imposible.

Mi nombre es Ariel, y aunque te recuerde a La Sirenita, soy hombre... al menos biológicamente. Soy homosexual y hasta hace una semana nadie lo sabía. Mis padres son un lo que se dice chapado a la antigua y un tanto estrictos y muy rectos así que no estaba entre mis planes revelárselos y que me odien. Mi hermano es diez años mayor que yo y siempre nos llevamos bien, pero no éramos muy cercanos. Él se mudó también al entrar a la universidad y ahora tiene un empleo por lo que casi no lo he visto en los últimos años. Tampoco se lo he dicho a él. El colegio nunca fue un lugar donde me abriera ni tuviera muchos amigos así que también estaba descartado. El único que ahora lo sabía era él, mi vecino, mi amigo y amor platónico.

Sacudí la cabeza con energía, como si con eso pudiera alejarlo de mi cabeza. Ya no debía pensarlo más. El hombre sentado a mi lado se me quedó viendo como si estuviera loco. Lo ignoré y volví mi atención de regreso al paisaje.

**********

Cuando llegué a la estación mi hermano ya me esperaba con una sonrisa. Siempre me habían dicho que era una versión miniatura de Pablo, mi hermano. Tenemos la misma complexión desgarbada, pero ahora él tenía músculos definidos por el tiempo en el gimnasio, su piel estaba ya más bronceada por las horas en el sol que mi blanco-perla y el cabello negro y lacio un poco largo, ambos teníamos los ojos oscuros pero los míos eran grandes y redondos cuando los de él son pequeños y alargados.

Cuando me acerque note que Pablo era por lo menos diez centímetros más alto que mi metro sesenta y siete.

-Bienvenido –me dijo mientras me quitaba mi maleta para llevarla él.

-gracias –le dije –también por dejarme quedar contigo –baje la vista un poco apenado, Pablo había hecho todo esto por sí mismo y yo tenía a él apoyándome.

Me revolvió el cabello con energía, despeinándome por completo. Levanté la vista para verlo, sonriente.

-¿pero qué dices? Eres mi hermanito y con lo adorable que eres te concedo todo, pequeño – sonreí, él siempre fue así conmigo y yo le agradecía su cariño y apoyo.

-¿así que consideras que eras adorable? –me burlé, por el parecido.

-no importa lo que los demás digan- me miro serio –no nos parecemos en absoluto... tal vez tu personalidad te hace mucho más adorable y apuesto de lo que yo fui a tu edad.

Puse los ojos en blanco. Tal vez lo de "adorable" pero él siempre fue más apuesto y popular en el colegio.

Salimos al estacionamiento y lo seguí hasta su coche, ni siquiera sabía que podía conducir. Hablamos todo el camino de cosas sin importancia.

Solo Otra Historia De Amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora