Cap 4

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Silencio incómodo.

Después de que Dany se fuera un extraña aura llenó la habitación. No sabía que decir, ¿Qué podría decir? No sabía qée era lo que había dicho que lo enfureció. Mi cabeza quedó en blanco mientras buscaba algo que decir.

Raúl parecía contrariado, como si quisiera decir algo pero justo antes de abrir la boca cambiaba de opinión y miraba al suelo.

-eso fue genial, gracias- logró decir.

-espera- dije mientras me levantaba con la mejor idea para romper esta atmosfera- falta tu regalo- corrí a la habitación agradecido de recordar su regalo, algo que estaba seguro lo haría feliz sin importar que. Tome la caja con cuidado.

Con extremo cuidado tome la caja en mis brazos y la llevé a la sala donde Raúl me esperaba.

Su rostro se convirtió en la más pura definición de ternura y afecto cuando miró dentro de la caja- un gatito- exclamó. Mi corazón dio un vuelco al ver su reacción.

El pequeño minino despertó, se estiro y volteó en dirección a Raul. Maulló cuando Raul lo cargo, era tan pequeño que cabia en la palma de su mano.

-es tan paqueño- Raúl rio cuando el gato lamió sus dedos.

-el veterinario dice que tiene edad suficiente para dejar a su madre, solo con algunos cuidados- Raúl acunó al minino cerca de su pacho. Algo dentro de mi se movio al verlo, un Raúl tan cuidadoso y cariñoso. –y consegui el permiso de tu madre para que lo lleves a casa.

Raúl me miró, en su expresión había todo tipo de emociones: alivio, agradecimiento, confusión, ternura... ¿eso era culpa?

-pensaste en todo, ¿eh?

-no podía dejarlo a medias- dije con autosuficiencia, orgulloso.

-gracias –miro con ternura al gato.

Todo por conseguir esa expresión

¿De dónde vino eso? No es como que me gustara Raúl. Pero... en el fondo, deseaba que me mirara de la misma forma.

Nos sentamos en el piso recargados en el sofá mientras veíamos al gato seguir un pedazo de cuerda. Nos reíamos del pobre animal cuando caía o perdía la cuerda y la buscaba. Era tan divertido el pequeño gato.

-siento haber reaccionado de esa forma contigo. No tenías nada que ver con eso y aún así me desquite contigo- Raúl no apartó su mirada del gato pero ahora su expresión era seria. Le golpeé el hombro con camarería.

-no es nada, viejo. Siento haber hablado sin pensar. No sabía qué te molestaba o qué había dicho y solo llegue a la conclusión de que no te conocía- admití- no sabía nada de ti, mi mejor amigo por años- reí sin alegría- creo que todo lo de hoy fue para probarme que sabía algo acerca de ti- me miro confundido. Bueno, he de admitirlo, eso sonó realmente raro. Quería cambiar de tema – sabia del gato. Dame algo de crédito –bufe.

- vamos, no exageres. Bien, no sabías una cosa y ya, ¿Qué problema? Yo tampoco sabía que te gustara Oliver.

- oh, hombre. Eso fue vergonzoso ¿Qué hacías allí?- sentí mi cara ruborizarse. Pegue mis piernas a mi pecho, las rodee con mis brazos y escondí mi cara en mis rodillas.

Una carcajada hizo eco en la habitación.

-apuesto a que no esperabas que David se apareciera por ahí.- se rio más fuerte.

Y ahora volvía a molestarme ¿Por qué no podía solo ser bueno conmigo y ya? Me apreté más, ocultando mi cara aún más roja.

-deja eso- le dije- ¿Qué nombre le pondrás al gato?- por favor cambia de tema pensé.

- aún no lo sé- otra vez su atención regreso al gato.

Por suerte para mí el gato pareció llevarse toda su atención. Lo que fuera que lo molestaba parecía ya no estar allí, completamente remplazado por el cariño al pequeño animal que jugaba frente a él.

yo quiero algo de ese cariño.




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