En su sueño viajaba a toda velocidad por un túnel oscuro, sin nada a que aferrarse, sin poder detenerse, la luz lívida del final se hacía cada vez más intensa, casi enceguecedora. Mientras se acercaba la sensación de tranquilidad empezó a embargar sus sentidos, jamás había sentido tanta paz en su vida. Estaba cerca del final.
Se sentía parte del aire, una minúscula molécula que flotaba en algún recóndito lugar del espacio, el mundo se había extinguido. Lo único que importaba era aquel efímero instante en donde todo era dicha y sosiego.
Antes de cruzar, el mundo fue en cámara lenta, sobrevolaba el tercer cielo, nadaba en profundidades fantásticas, visitaba mundos inexplorados... pero luego... todo se detuvo.
Dejó de avanzar y empezó a retroceder con la misma velocidad que la llevaba a su ansiado destino, sintió que una poderosa fuerza externa la golpeó desde lo alto provocando que descendiera desde el cielo a las tinieblas.
Sintió que se estrelló como un pesado yunque contra el pavimento, alguien presionó un interruptor, la oscuridad se disipó, los focos se encendieron, líquido vital empezó a correr por sus venas.
Sus pulmones se expandieron en busca de aire, su corazón brincó vigorosamente en su pecho, sus músculos se contrajeron, sus ojos empezaron abrirse con lentitud y siguió mirando perdidamente la luz, pero la sensación de paz había desaparecido completamente.
—Está despertando —Escuchó una voz en algún lugar de su subconsciente, sus ojos entrecerrados seguían fijos en las luces lívidas del techo.
—Registren la actividad cardíaca —Las voces iban adquiriendo sentido, escuchaba el sonido de su propia respiración.
Sus ojos se adaptaron rápidamente a lo desconocido, las formas difusas fueron adquiriendo rasgos y colores. Logró distinguir cuatro rostros, tres hombres, una mujer.
—La actividad cardíaca sigue su curso normal —Uno de los hombres mencionó con voz pasible, todos iban vestidos de blanco y usaban mascarillas azules.
— ¿Nos escuchas? —La voz de la mujer sonó complacida.
Con los ojos abiertos en su totalidad dio un último vistazo a los apenas visibles rostros de los médicos y se incorporó al mismo tiempo que se quitaba la mascarilla de oxígeno.
— ¿Puedes ver con claridad? —preguntó uno de los hombres casi con tono de asombro, otro de ellos se acercó con un oftalmoscopio.
No entendía lo que ocurría, sentada en la camilla apenas y se percataba de que estaba viva. Quería hablar, pero no estaba segura de poder hacerlo, parecía haber olvidado pronunciar las palabras. El doctor se alejó después de examinar sus ojos.
—Asombroso —murmuró fascinado.
Ella volvió a escrutarlos, luego miró sus manos pálidas invadidas por aparatos extraños e intravenosas. Escuchó de pronto un sonido, las pisadas de alguien que se acercaba, miró al frente, los médicos se hicieron a un lado para abrirle paso a un señor alto de cabello oscuro y ojos profundos que también llevaba una bata médica.
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SOLITARIOS ©
Science FictionUcrania, año 2078 Mel despierta en un hospital sin recuerdos de su vida pasada, según los médicos que la atienden sufrió un accidente de tráfico donde murió toda su familia, pero ella sabe que algo no encaja. Cada noche en sus sueños...