Estaba barriendo los alrededores de la casa de Kjeltt para hacer algo mientras él hacía su deber de buen soldado, cuando de pronto oigo a alguien tras de mí.
- ¡Eizer "L"!
Sonaba como la voz de Wladimir. Me volteé y era... Wladimir. Yo abrí la boca.
- ¿Cómo estás? –me dijo él, sin más. –Ah, no me acuerdo de tu apellido, solo sé que empezaba con L, ¿o no?
No creía que aquello fuese la realidad. Él había muerto con todos mis amigos y ahora estaba parado frente a mí vestido de soldado nazi; ¡¿Cómo demonios...?!
- ¡¡Explícame esto!! –le exclamé no muy lejos de golpearlo con la escoba, pues era un fantasma.
- Mejor explícame tú por qué rayos sigues con vida en este lugar. ¿Eres un chico normal o no?... ¿o eres del grupo guerrillero secreto judío?
- ¿Qué? No.
Él encendió un cigarro mientras yo seguía igual de estupefacto, escoba en mano.
- Tú sabes... Wladimir no puede morir, menos ahora en guerra –me dijo, hablando de sí mismo.
- ¿Cómo conseguiste llegar acá? ¿¡Y cuándo?!
- Larga historia. Al dueño de esta ropa lo tengo encerrado lejos de aquí. Ah, pero no te preocupes, de vez en cuando voy a dejarle algo de comida. Al darme cuenta de que nos iban a llevar a las cámaras cambié de plan y decidí quedarme un tiempo más.
- ¿Y por qué mejor no te marchaste? –pregunté curioso.
- Eizer, tengo que sacarles información a estos tipos, no puedo llegar con las manos vacías a la URSS. A estos hay que pararlos en algún momento. ¿Y tú? ¿Qué demonios haces aquí?
- Ah, emm... hice un amigo.
- ¿Un amigo nazi? Eso debe ser algo tenso, ¿cómo se llama?
- Kjeltt.
- Aaaaaah ese –aspiró de su cigarro–. Me cae mejor que su papá. Y por cierto, lamento decirte esto pero... le eché el ojo a esa que te gustaba a ti.
- ¿Ah? ¿Quién?
- Elizabeth, la que estaba en el balcón con tu amigo.
"No es precisamente ella quien me gusta" –pensé yo.
- Aaah, quédate con ella no más...
Wladimir abrió mucho los ojos.
- ¡Menudo pedazo de amigo que eres!
- Ah, ¡no! Es que...
- No, no son necesarias las explicaciones. ¿Entonces dices que está disponible? OK. Ah, tenía una reunión ahora, nos vemos Eizer, ¡pero después discúlpate con tu amigo! –y me abrazó amistosamente agitándome mucho, así como era él.
- Pero oye, ¡¿cómo demonios no te descubren!?
- ¿Acaso no existen rusos anti-marxistas?
- Ah...
Y se fue. Ese sujeto cada vez me asombraba más. ¿Por qué luego de escuchar sus historias iba a dudar de su sobrevivencia? Teniéndolo a él como alguien del bando era realmente algo muy conveniente, por eso mismo pedí que nunca se convirtiera en mi enemigo, o algo. ¡Cuánto admiraba a ese tipo! Y no parecía siquiera un infiltrado... Él puede conseguir lo que sea.
Ese día ya más tarde, Kjeltt había llegado un poco más temprano, pero no por eso parecíamos estar muy felices. Andaba muy odioso y me respondía a cualquier cosa con monosílabos; al parecer andaba enojado por alguna razón.
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Tras El Vidrio (Novela Corta)
RomanceEsta historia narra la experiencia de un joven polaco que, aún sin grandes experiencias en su vida, conoce a un soldado alemán en un campo de concentración, quien llega a romper los esquemas y algo más en el corazón del protagonista. Solo llegando a...