Tres

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Solo había algo peor que ir a la escuela, y era quedarse en casa todo el día.
Lo que había pasado el día anterior no iba a cambiar nada, él seguía siendo estúpido, yo la chica cool de la escuela. «¿y si le contó a alguien?» Sería un idiota, un idiota muerto.
Estacioné en un carril de auto, no dejaría a mi bebé junto a las otras motos obsoletas, necesitaba toda la protección posible. Al bajar una moto entró en mi carril, casi me atropella si no fuera porque me moví hacia el Jeta rojo estacionado a la derecha. Un chico montado en una Honda Dominator. Santo cielos, una Dominator. Era hermosa, me había enamorado de nuevo, claro que nada comparada con mi Blackbird, pero vamos, es una clásica. Una perfecta clásica.
No pasaba muy a menudo pero estaba asombrada.
—Es linda ¿no?
Esa voz.
Gabriel se quitó su casco negro con pequeñas mechas de fuego naranjas dejando salir al aire su mojada cabellera color caramelo, lo llevaba un poco largo y despeinado.
—¿Puedo aparcar aquí?—sus ojos se encontraron con los míos haciendo una petición bastante obvia.
—Mi espacio es tu espacio—había sonado exactamente como quería.
Ladeo una sonrisa.
Caminamos juntos al interior del colegio hablando sobre nuestros medios de transporte, sabía mucho de motos. Al parecer su padre las amaba, era un conductor de motocross, lamentablemente murió atropellado. Hironico. Me contó que tenía un hermano pequeño y que a él también le encantaban, hasta tenía una pequeña de juguete, esas que puedes montar.
Todos en él pasillos nos miraban mientras murmuraban cosas, tal vez se preguntaban si éramos pareja, o lo planeábamos. No era mala idea, él es sexy, yo también, saldrían bebés sexys.
—Y dime, Cova ¿tú no tienes hermanos?
Aquella pregunta había echo notar un vacío profundo en mi pecho del cual no me percataba muy a menudo. Me detuve sin querer, y mis pies ya no tenían ganas de seguir caminando. Gabriel se detuvo igual preocupado, una duda se atravesó por su rostro, una grande.
—Solía tener.
Eso fue lo último que recuerdo haberle dicho, tampoco recuerdo una respuesta de su parte. Seguí caminando dejándolo detrás. Caminé rápidamente hasta atravesar las puertas de la cafetería y después las de la cancha de fútbol. Entre en la pista de natación techada. Del agua salía un pequeño vapor indicando que estaba caliente. Afuera estabamos a unos dieciocho grados, era drástico el clima. No entiendo porque con asma me mandaron a vivir aquí.
Abrace mis piernas contra mi pecho mirando el agua tranquila.
¿Cómo había permitido que se enteraran de tantas cosas en menos de veinticuatro horas? No es como que yo mintiera cuando le preguntaban, no era lo mío, no era cool mentir. Simplemente evadía la pregunta. Pero, ayer la evite hasta que ya no pude más, hubiera podido dejar que se llevará el termo, no es como si no tuviera dinero para comprar veinte más, pero yo quería ese, ese que me había regalado mi padre cuando tenía ocho y me había dado un ataque grave. "Le pondremos jugo de naranja a la medicina y la disolveremos dentro, así no tendrás que preocuparte por el sabor" había dicho. Lo siento, ya no tomaba jugo de naranja.
Di un trago largo.
No es como si tratara de pasar la mayor parte del tiempo alcoholizada, solamente quería calor en mis venas, y el tequila lo lograba. El abuelo había preguntado si quería hablar con él al respecto de la muerte de mi familia, no quería, aún no. Mi madre murió cuando nací, desde el momento en el que llegue al mundo mi vida fue trágica, debí de haber sabido que estaba destinada a quedarme sola, pero no tan pronto. En Nueva York al menos tenía amigos, aquí, no tengo a nadie. Solo el Dragon's bar.

La cafetería estaba a tope. Mirando expectantes, todos los presentes me observaron cómo si fuera una atracción o una estrella de cine, de vuelta a la realidad. Mi larga coleta de caballo se movía al ritmo de mi pavoneo. Mientras caminaba hacia la mesa de Ted, ignoraría al tarado, ya he olvidado su nombre, lo siento.
Tomé asiento al lado de Gabriel, quien estaba en la orilla de la mesa y me dejo resguardada del otro lado.
—Hey Cova, el viernes es la fogata de inicio de curso ¿quieres venir con nosotros?—Preguntó Jack
—Jack, ¿me estás invitando al grupo?
Todos a mi al rededor se pusieron tensos, excepto el chico a mi derecha.
—Ehm, pues sí. Estuvimos hablando y le hace falta un aire femenino a este grupo—confesó.
—¿Y quién mejor que una chica sexy para hacerlo?—continuo Carl, el moreno.
Frente a mí, al lado de Ted. Tomo asiento Kit, creo que así se llamaba, con una bandeja llena de comida. Patatas, carne, fruta, pudín y una sopa. También tenía un termo idéntico al mío.
—¿Ahora tú también tendrás una dieta?—preguntó Ted divertido.
—No, solo no me gusta lo que hay de tomar aquí.
—Solamente hay Coca-cola, y tú la amas—burlo Gabriel.
Era lindo hasta burlándose.
Se dio cuenta que lo miraba con las pestañas bien arriba. Me sonrió. Su mano rodeo mi cintura en un abrazo.
Del otro lado de la mesa el ceño se fruncía.
—¿Y ahora por qué...—comenzó a preguntar Jack a Kurtis(realmente no sé si ese es nombre) cuando miro el brazo de Gabriel—wow wow wow wow ¡Eso no es justo Gabriel! ¡No es justo! Solo lleva un día aquí.
Ya se había subido a la silla apuntándolo acusatoria mente con su dedo, haciendo un espectáculo.
Las orejas de Jack estaban rojas al igual que su cuello.
—Tranquilo, somos amigos—contesté no muy convencida.
—Yo no te creo—escuché decir al chico de adelante.
Llevaba una chaqueta de cuero roja parecida a la que usaba Michael Jackson en Triller, linda. Hacía que sus ojos resaltarán y su piel luciera un poco bronceada. Llevaba el cabello hacia un lado despeinado, y su cuello lucía realmente atractivo con esa vena salteada.
—Nadie te preguntó, Kyle—creo que me volví a equivocar de nombre.
—Estas mintiendo—dijo con otra vena salteada.
Uy, el gatito se convierte en León.
—¿Sobre qué?—sabía que me había equivocado con su nombre, pero realmente no sabía, y apuesto a que me lo diría. Solo era cuestión de tiempo; esta vez no lo olvidaría, no era mi intención. Aunque sí quiero volver esa sexy vena usare esa técnica.
—Mi nombre es, Kourt. K-o-u-r-t. ¿Entiendes?—su rostro ya estaba bastante contraído, pensé que le daría un calambre.
—Tranquilo amigo—Carl le tocó el hombro en forma tranquilizadora
—Como sea—contesté y me levante, lo dejaría desayunar en paz—iré a la fogata con ustedes chicos, pero ahora tengo cosas que hacer.
Mire a Kourt quien ya estaba más relajado. Y sin decir nada más salí de ahí al exterior, necesitaba aire fresco.

Donga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora