Diez

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—¡Maldita sea, Jack!—Carl gritaba desde debajo de la camioneta.
En el techo, Jack acomodaba las tiendas de acampar junto con las colchas. Por más que le daba instrucciones las cosas se acomodaban como Carl quería, por lo que terminó tirándolo hacia la banqueta y subiendo él a reacomodar todo. Iríamos a "Magic Rocks" un pequeño lugar cerca de unas montañas con grandes rocas. Decían que si ibas con la persona a la que le pertenecía tu corazón, cosas maravillosas pasaban. Pero en realidad yo solo quería disfrutar con mis amigos y mirar las estrellas; no recordaba la última vez que había acampado. Tal vez tenía quince, no recuerdo.
Isa me contó que el año pasado fue allí con unos chicos que conocía, había uno en específico que para ella era realmente atractivo, y bueno...cosas mágicas pasaron. Cuando dejé mi mochila en la cajuela del Jeep blanco de Carl, comencé a preguntarme si sería buena idea viajar en mi motocicleta. El lugar estaba a unos cuarenta minutos pero mi trasero iba a estar algo a dolorido al final. Di media vuelta, encendí el motor de Widow, preparándola para el viaje.
Cuando mis ojos se encontraron con los de Kourt no pude evitar sentir mi pecho oprimirse. ¿Este de que iba? Primero me besaba y después me ignoraba cómo si nunca hubiera pasado. Se equivocó de chica. Si él podía ser un idiota, yo podía ser el doble con él.

Caminé dentro de mi casa y llené mi termo de tequila puro. Llevaba mi pequeño inhalador en el bolsillo, así que en realidad no necesitaría la medicina.
Iba a emborracharme con mis amigos, ese era el plan.
Mire él portarretratos electrónico que se encontraba en la mesa de centro del recibidor. Estábamos todos en la foto, incluso la abuela. Vestía unos short desgastados y una gran camisa verde fosforescente, sin mencionar que estaba despeinada. En seguida pensé en aquella camisa que era de la juventud de mi padre, en cómo la usaba cuando en las noches que vivía sola tenía miedo, y en cómo ahora estaba quemada. Probablemente cuando Dominik volviera dormiría fuera unas noches, con él. Esperaba con ansias que no intentará hacer nada por un tiempo, lo evitaría lo más que pudiera, pero en el fondo sabía perfectamente que Dominik era la pasión echa persona.
Suspiré pesadamente tomando mis llaves.

—Las chicas dormiremos en una tienda, ustedes luchen por la suya—Isa comenzaba a organizarnos
En realidad en aquel lugar había un área con cabañas y yo estaba luchando por no salir corriendo a una de ellas con calefacción. Complacería a la chica solo para no discutir.
—Solo hay dos tiendas—dijo Jack casi susurrando
—¡¿Qué?!—Carl estaba rojo—¡Pero yo te di cuatro!
—¡No entraban!—gritó de vuelta, y cuando miro el rostro furtivo del moreno bajo la mirada—Estabas gritándome mucho así que tomé medidas rápidas.
Carl pasó rápidamente sus manos por su cabeza y después las talló duramente contra su rostro.
—Dormiremos tres en cada una—estaba intentando remediar el asunto, pero no imaginaba lo complicado que sería
—¡Esa es la mejor idea, Cova!
Jack tiro de mi abrazándome de la cintura. Comenzaba a acostumbrarme a sus grandes muestras de cariño hacia mi, así que solo reí un poco y pasé un brazo por sus hombros. Un bufido estruendoso se escuchó delante de mí. Kourt miraba hacia una roca con el seño fruncido. Que se pudra.
—Nunca—dijo Isa—Sé que son Magic Rocks, por eso no puede estar contigo, Jack. Quién sabe lo que podría pasar.
—Exactamente—respondió el, moviendo arriba abajo sus cejas.
Solté una fuerte carcajada.

Comenzaron a discutir sobre cómo dormiríamos. Y termine en la situación más incomoda y disgustante. Ted, Jack y Carl habían quedado en la azul. Lo cual era algo bueno, podría ser que Jack se tomará sus bromas más en serio y no quería estar en una situación incómoda con él, pero la cosa era que había quedado en la misma tienda que Kourt; Ted se había acomodado con nosotras pero, el hermano celoso en cuanto se percató de la mirada de Isa, se negó rotundamente, dejándome atrapada con él en un lugar demasiado reducido. Sabía que Isa dormiría en el centro, o al menos de eso tenía esperanza.

El fuego nos calentaba y el tequila no paraba de ser servido. Isa estaba en el suelo teniendo un ataque de risa junto a Carl, mientras Jack fingía ser una mujer hermosa y Ted risueño le seguía un poco la corriente. El joven Jhonny Deep estuvo a dos centímetros de besarlo, pero fue tirado al suelo. Las risas aumentaron. Después de todo había sido buena idea no ir a las cabañas, éramos realmente ruidosos. Ya todos se encontraban ebrios, la mayoría, gracias a mi casi diario consumo de alcohol, había desarrollado una buena tolerancia, y apenas iba a empezar a marearme, pero ellos ya se habían adueñado de mi botellón. Inconscientemente busque a él maniático bipolar, no estaba por ninguna parte. Me reprendí internamente por haber intentado encontrarlo.
Me levante sigilosamente y caminé hacia otro pequeño claro que se encontraba a unos cuantos metros del nuestro. Las estrellas eran hermosas ahí. Podía mirar constelaciones sin telescopio y se combinaban con hermosos colores púrpuras y azules, era mágico, tal como estaba descrito el lugar. Me senté sobre mis piernas mirando hacia el cielo, estaba completamente absorbida por la belleza que el universo era poseedor. Pasábamos toda nuestra vida caminando a prisa, mirando el suelo para no caernos o hacia el frente para esquivar obstáculos, pero nunca nos deteníamos a respirar y mirar hacia arriba. Decían que el cielo era el paraíso, al menos para mí lo era, mirar hacia arriba te daba una gran perspectiva, hasta donde serías capaz de llegar, eso había sido algo que había aprendido yo sola y a la mala manera. Podría ser que lo policía me detuviera una o dos veces por delincuencia mínima, solía hacer muy buenos grafitis en paredes altas de edificios o en espectaculares abandonados; me habían atrapado solamente por mirar hacia arriba, mi obra de arte y la belleza que se podía encontrar en las grandes ciudades, aunque las personas que lo miraban no eran las correctas. También de vez en cuando subía a los tejado a mirar la ciudad, los amaneceres pero eso no era nada comparado con lo que ahora estaba sobre mi. Cerré los ojos por un momento.
Una respiración choco contra mi cuello haciéndome erizar la piel. Ahogué un grito en la garganta. ¿Era un oso? Si era un puto oso estaba malditamente muerta.
Con toda la ingenuidad que se apoderó de mi cuerpo, pude balbucear.
—No me coma, señor oso.
El aliento paró. Estaba muerta.
Con los ojos bien apretados esperando un zarpazo o una mordida, quede humillada. Una fuerte carcajada se esparció por mi espalda. Ronca y sensual. Hubiera preferido el oso.
—¿Señor oso?—no paraba de reír—Cova, te comería pero no de la manera que lo haría un oso, eso tenlo por seguro.
Agradecía que Kourt no pudiera mirarme en la oscuridad porque eso había echo mis mejillas arder. Luego recordé lo de los últimos dos días.
Me levanté bruscamente dispuesta a irme pero una mano detuvo mi brazo.
—Hey ¿a dónde vas?—comenzaba a parar sus carcajadas, pero seguía divertido
—Lejos de ti—no iba a mirarlo
Si lo miraba me iba a sentir estúpida
—¿Por qué? ¿A caso ya no te gusto?
Gire mi cuello rígidamente, irritada. «No dijiste eso»
—Escucha, amigo, y escucha bien—zafé su agarre y me acerqué señalándolo—jamás he estado mínimamente interesada en ti, aquí el que me besó fuiste tú, él que quería demostrar algo fuiste tú, y él idiota que no sabe lo que quiere eres tú. Si me gustarás aunque fuera un poco estaría a la misma altura que tú, pero no lo estamos, yo estoy más arriba.

No había retrocedido, su mirada era sería y analítica. Sus labios formaban una línea y aún así se veían tentadores, como la manzana que te conduciría a tu perdición, que te despojaría de todos tus derechos como ser vivo, y te condenaría a una vida de tropiezos. No me gustaba. No me gustaba. «¿No te gusta o no quieres que te guste?» «¡Silencio! Estúpida voz interior»
Tomó mi muñeca y la bajo, dejándola descansar en mi cadera. Tomó aire.
—Ahora escucha tú, amiga. Tú seguiste el beso, fuiste tú la que me abrazó mientras estaba durmiendo en mi cama, la que sonrío entre sueños cuando mi hermana pensó que eras mi novia y la que su corazón corría como loco cuando estaba sobre mí succionando mis labios. Así que deja de asumir que no hay nada, porque lo que en realidad sucede es que estás tan interesada en mi que desearías que estuviera sobre ti en este momento, que ya haz pensado en mil y un maneras de poder volver a besarme y que sigues pensando en mí sin camisa, incluso intentando imaginarme sin nada de tela.

«Joder»«No pude haberlo dicho mejor, voz interior» este chico sí que era impresionante, ¿a caso había estado espiándome? O lo que era más importante, porque había aceptado mentalmente todo lo que había dicho.
Recobre un poco de mi compostura.
—De todas formas yo te intereso. Lo que no entiendo es porque después de que te confesaste, después de que me besaste como lo hiciste, haz estado actuando como un maldito idiota estos dos días. Solo me miras, sin decir nada. ¡Eres un idiota que no sabe demostrar sus sentimientos!—creo que ya lo había sacado todo, no estaba segura.

Sus negros ojos se abrieron a tope y casi reí por su expresión.
—¿Qué no lo demuestro? Apuesto a que no sabes quién amenazo al maldito nerd para que entregara tus trabajos, quien se preocupo demasiado por ti cuando tuviste tu ataque y quien cambió el contenido de tu termo para que te sintieras mejor. Si eso no es demostrarlo, no sé cómo.

¿Él que?
Me recargue en el tronco detrás de mí, ni siquiera había notado cuanto había retrocedido. Lo miré y un pequeño suspiro se soltó de mis labios, sentí un pequeño alivio. Su puño impactó contra en tronco y su frente se ahueco en mi cuello.
—Joder, Cova. Te ignore pensando que así te darías cuenta, pero eres una maldita orgullosa—sus labios impactaron en mi pulso con una flecha que estaba por quitarme el aliento—y estoy loco por ti.

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