4. MI NUEVO HOGAR

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—Ella es la chica. Se le confesó a Sebastian, pero él la rechazó.

—Escuché que es vergonzoso, ni siquiera es bonita. Eso realmente me molesta.

No paraban de hablar de mí en toda la escuela. Para mí, sí era demasiado molesto, las podía escuchar perfectamente por los pasillos, en el baño, ¿no conocen lo que es la discreción? Lo peor era entrar a la cafetería, que todos estén observándote, algunos burlándose, otros me veían con lástima. Al hacer la cola para el almuerzo, la señora de la cafetería me sirvió una ración muy grande.

—Esto es demasiado—le dije

—Come mucho, así puedes seguir con tu vida—¡Pero qué rayos! Hasta la señora de la cafetería sabía lo que había sucedido y me tenía lastima. Eso les causó risa a las chicas que iban detrás de mí.

—Ella es muy valiente, si fuera yo, no me atrevería a venir a la escuela—pude escuchar aquellas palabras mientras estaba en el baño, pero lo más chistoso era que no venían de estudiantes, sino de dos aseadoras que estaban trapeando el baño

—Y estudiando en esta escuela y en 3er año, es muy extraño que aún no maneje bien el inglés—continuaron hablando sin saber que las estaba escuchando—me siento mal por ella.



(...)

Por fin llegó el fin de semana, la semana se me había hecho demasiado larga, fue la peor semana de toda mi vida, pero tenía que estar concentrada en este día, el día de la mudanza.

—Esta casa es realmente buena, ¿verdad? —mi padre estaba muy entusiasmado por la nueva casa que había mandado a construir, era más grande que el segundo piso del restaurante, mucho más grande. Tenía mi propia habitación, había un lindo comedor y la cocina aunque era pequeña, era muy confortable.

—¿Dónde puse las tijeras? —estaba desempacando y acomodando todo es su nuevo lugar, no eran muchas cosas, pero era muy tedioso. Después de encontrar las tijeras rompí el lazo que tenía sellada una caja, una caja muy especial para mí, donde llevaba lo más preciado que tenía.

—¿Sabes que es esta mesa? —me preguntó mientras saqué de la caja una hermosa osa de peluche, sabía que era niña por el vestido y el listón que llevaba. Era muy especial ya que su dueña anterior había sido mi madre.

—Fue un regalo de la abuela cuando hiciste tus primeros fideos—esa historia ya la había escuchado miles de veces, no tenía ánimos para volverla a escuchar. Seguí sacando más cosas de mi caja, algunos libros infantiles y otras cosas—es más vieja que yo.

—¡Ding, dong, dang, correcto! Tiene 21 años, pero no tiene ni un solo rasguño, ¡es realmente duradera! —mi padre se percató de lo triste que estaba, yo simplemente me dediqué a sacar mis cosas—Te gustaba jugar alrededor de ella cuando eras una niña

Simplemente escuché algunas palabras, no le estaba prestando mucha atención. Comenzó a hacer gestos con su cara, eso siempre me parecía gracioso pero esta vez no tenía ánimos para sus bromas.

—Erika, el segundo piso, ¿no te gustó el segundo piso? ¿Cómo te pareció el segundo piso?

—Bien—era lo único que quería decir

—¿Qué pasó? ¿No estás bien?

—¿Qué?

—No, nada—al instante, se sentó al lado mío y comenzó a desempacar algunas de sus cosas—mira, ¿no es lindo? —lo primero que sacó fue una reliquia familiar, una especie de cuadro que tenía hecho en arcilla la forma de mi mano y mi pie de cuando era solo una bebé, y abajo estaban las manos de mis padres—Eran de este tamaño cuando tenías un añito, te has puesto picara ahora que has crecido.

Viviendo con un odiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora