10. LA COMPETENCIA DEPORTIVA I

135 19 1
                                    


Faltaba solo un día para el viernes, nunca había visto a mi clase tan entusiasmada por el viernes, pero no por ser el último día de la semana, sino por la competencia deportiva. Desde que supimos que competiríamos contra la clase 1, comenzamos a entrenar fuertemente y a crear estrategias.

Costara lo que costara teníamos que ganarles, no solo por la pizza, sino, por nuestro orgullo y dignidad. Mathew y la maestra Meredith eran nuestros entrenadores personales, nos dispusimos a calentar y a entrenar, más fuerte que nunca, todos teníamos mucha energía y ganas de ganar, éramos un equipo indestructible.

Si mal no recuerdo, nuestro último ejercicio fue atarnos nuestros pies, y caminamos juntos sin tropezar, ¡Uno, dos! ¡Uno, dos! para trabajar coordinación y trabajo en equipo.

—¡Manténgase fuertes! ¡Manténganse fuertes! —ese era nuestro lema.

—Escuchen, ¿está bien? —nos reunió Mathew —Hay una carrera final de relevo, esta es la más importante, cuando vayan a tomar la barra, estiren su brazo izquierdo lo más que pueden, y no se detengan, corran lo más rápido. Si se paran rígidos así, se retrasarán y no servirá—terminó, mientras se puso en una posición realmente chistosa.

Mientras seguíamos practicando y Mathew me utilizaba como asistente de demostración...

—No hay nada más divertido que este espectáculo que están haciendo—dijo una voz conocida, era el odioso de Sebastian.

—¡Oh, Sebastian Cooper! ¿Viniste a espiar el progreso de nuestro equipo?

—¿Espiar? —dijo, con una sonrisa burlona en su rostro.

—¡Cooper! Estás jugueteando así ahora, no vengas a llorar después de que te derrotemos. ¡No te la pondremos fácil.

—Sólo pondremos un mínimo esfuerzo, porque de todas formas mi clase no está interesada en competencias deportivas. Ustedes ganarán pase lo que pase.

—¿Q-qué dijiste? ¿Entonces estás diciendo que vamos a ganar, porque ustedes no van a esforzarse? Este idiota, yo sigo intentando dejar pasar las cosas, pero... —Mathew estaba más molesto que nunca, cuando se dispuso a quitarse la chaqueta, todos lo cogimos fuertemente para que no le pegara a Sebastian, un golpe de Mathew lo dejaría en el hospital.

—¡Mathew, detente! —le decía Layla, mientras yo lo tomaba del pecho.

—Qué patéticos—continuó diciendo, ese tonto... debí de haber dejado que Mathew le diera su paliza.

—¡¿Qué es patético?! —continué luego de ver la cara confundida de Sebastian—¿Por qué es patético que estemos esforzándonos?... ¿Estás diciendo que vamos a ganar porque ustedes no darán lo mejor? ¡Mathew es extremadamente rápido!—dije, mientras voltee a verlo por unos segundos—Y es genial en los deportes también ¿Por qué no piensas mejor las cosas antes de decirlas? Solo estás actuando como un cobarde porque sabes que van a perder—era la verdad, no lo iban a intentar porque sabían que no tenían posibilidades contra la clase más atlética y deportiva de la preparatoria—Supongo... que de todos modos, la gallina perdedora es la que hace más alboroto.

—¿Qué? ¿Gallina?

—¡Así es! ¡Gallina! —le grité antes de que se pusiera muy serio y diera un fuerte suspiro.


(...)

La noche había llegado...

—¡Va a ser muy divertido! —Mamá Georgia estaba muy entusiasmada—¿Así que los dos van a participar? ¡Qué genial! —Estábamos reunidos en la sala, Sebastian como siempre leía un libro y David estaba armando unas figuras. Ninguno de los dos le prestaban atención a su madre—¿Pero a quien debería apoyar? ¡No sé qué hacer!

Viviendo con un odiosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora