Capítulo 13

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Me despierto y estoy sola, tumbada en mi cama tapada hasta el cuello. Me levanto de la cama y me voy al baño, ahí tampoco está. Bajo a la sala y me encuentro a Carlos hablando por teléfono y a mi madre sentada en el sillón hojeando una revista.

-Edythe -me llama Carlos -¿qué haces aún sin vestir? 

-Me acabo de despertar -le respondo confundida.

-¿Eric no te ha avisado? -niego con la cabeza.

-No sé donde está.

-¿Quién? -pregunta Eric apareciendo detrás de mí. -Buenos días, pequeñita.

-Hola -le sonrío.

-Hoy vamos a una gala, te he dejado dormir, ayer se te veía muy cansada. -me dice a modo de disculpa.

-Entonces me ducho y me visto en un momento -digo y salgo corriendo a mi habitación. 

Tras ducharme me seco el pelo y me voy al armario y cojo la falda que diseñó Keira, es gris y elegante, de talle alto con estampado floral negro. También cojo una blusa de manga larga que lleva en la parte superior una tela semitransparente con un estampado floral.

Cojo una de las cajas con las almohadillas de gel y me pongo unos zapatos de tacón alto blancos con una rosa en uno de los costados que hace de cierre.  Me pongo un conjunto de lencería gris y me visto. Bajo al salón y Eric se me queda mirando.

-¿Voy mal? -Le pregunto temerosa.

-No, estas preciosa. ¿Esa ropa es de la que diseña Keira? -me pregunta Eric.

-Sí -le digo sonrojada.

-¿Has desayunado? -pregunta Carlos, yo niego - Bien, desayunaremos allí en el banquete como habíamos planeado. Es una gala muy importante que le da mucho prestigio a las empresas. Hay que dar una buena impresión.Vosotros que sois mis hijos, saldréis en un momento de la velada para anunciar y premiar a uno de los ganadores. Sé que es tu primer año, pero no te preocupes, Eric lo ha hecho antes. Os darán una tarjeta con lo que tendréis que leer.

-Vale... -le digo algo sorprendida. Eric  me abraza por la cintura y me sonríe.

-Tranquila, eso es fácil, lo más difícil de soportar son los comentarios de los hijos de los empresarios, son egoístas y simples con pensamientos de superioridad. 

Tuerzo el gesto y los demás se ríen. Nos vamos al garaje y nos subimos los cuatro en una limusina. Cosas de ricos. 

La cosa es que tardamos el doble en llegar y cuando lo hacemos hay una larga cadena de periodistas que esperan detrás de una vaya verde que les impide el paso para acercarse a los empresarios y sus familias. Bajamos del coche e instintivamente le aprieto la mano a Eric. 

-Tú sólo ignora sus existencias y limítate a sonreír -me dice guiñándome un ojo. Es un amor.

Le hago caso y le dedico mi mejor sonrisa, la que me devuelve encantado. Nos dirigimos a la alfombra roja y empezamos a caminar sobre ella. Mi incomodidad es palpable y Eric me coge la mano y me acaricia el dorso de esta con su pulgar. Llegamos a la zona fotográfica y Eric me coge por la cintura y me aprieta a su lado. Este me sonríe y me guiña un ojo, redirige su mirada a las cámaras y es dedica una sonrisa. Lo mismo hago yo.

Tras un par de minutos dejamos de posar y nos dirigimos al interior del edificio decorado demasiado ostentosamente. Al entrar nos dan las tarjetas de identificación y entramos al gran salón distribuido en mesas redondas con ocho sillas cada una.

Carlos busca entre las mesas y nos sentamos todos juntos. A los pocos minutos llegan nuestros compañeros de mesa. Los dos empresarios se dedican unas miradas frías.

La oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora