Capítulo 11

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Llegamos a casa con mucha excitación. Entramos con sigilo y tas comprobar que no hay nadie Eric me besa sin control. Subimos las escaleras y nos encontramos a Carlos saliendo de su habitación. 

-Chicos, habéis llegado muy pronto -dice él acalorado.

-Bueno Edythe estaba algo cansada y yo también así que nos hemos venido antes. -contesta Eric. 

-Bueno, iros a la cama y a dormir.

-¿Puedo dormir con Eric? Es que mi habitación está llena de bolsas de ropa -me pregunto fingiendo inocencia.

-Está bien, pero pensé que Eric volvería acompañado -dice él frunciendo el ceño.

-Lo vengo, con Edythe -dice él guiñándome un ojo.

Me despido de Carlos y me quito rápidamente el vestido y los zapatos y me pongo el pijama. Abro la puerta de mi habitación y no veo a nadie, entro en la de Eric y cierro la puerta. Este me coge por la cintura y me empieza a besar el cuello.

-No gimas demasiado alto -me susurra él.

Me doy la vuelta y él me lleva a la cama. Estoy muy nerviosa. Él lo nota y me susurra en la oreja que no me hará daño, que me dará mucho placer. Me quita la sudadera y las mayas dejándome en ropa interior, le quito la camisa sin separar nuestros labios y él me aprieta contra su erección.

Él separa nuestros labios y se quita los pantalones, los zapatos y los calcetines. Me vuelve a besar con pasión pero con suavidad y dulzura mientras desliza sus manos a mi espalda y me desabrocha el sujetador. Baja las tiras con lentitud y separa de nuevo nuestros labios. 

-Ahora estamos iguales -me aprieta las nalgas y me eleva poniéndome a su misma altura. Lo beso y él, con cuidado, me deja sobre la cama ya abierta. Se quita los calzoncillos y abro la boca formando una O, sorprendida por su grosor y tamaño.

-No me extraña que rubia quisiera repetir -susurro excitada, nerviosa y asustada.

-No te haré daño, te gustará pequeña -me dice, mientras me quita las bragas. 

Me ruborizo al ver cómo me observa los pechos. Pero cuando ve mi pubis depilado abre los ojos y veo como su erección se agita y se endurece más. 

-Chicos apagad la luz -grita Carlos.

-Súbete para arriba y apoya la cabeza en la almohada -me ordena bajito. Lo hago. -Un momento papá, estoy buscando el móvil -grita Eric. Me río. Él me besa y abre un cajón dela mesilla. De él saca una caja de madera. Busca dentro de la caja y saca un preservativo que deja sobre la mesita. Pone su cabeza a mi altura y me abre las piernas. Su miembro roza mi húmeda entrada humedeciéndola más. Él gruñe bajito de placer y me besa con ferocidad. Estira un brazo y apaga la luz. La habitación sólo queda iluminada por la tenue luz de la luna. 

-Relájate -me susurra al oído. De repente siento su aliento en mis pechos. Me muerde los pezones y me los sigue estimulando con los dedos hasta que se acomoda delante de mis zonas intimas.  Instintivamente cierro las piernas pero él me las abre con dulzura.  -Te gustará pequeña.

-Eric -susurro pero él empieza a lamer mi feminidad. Con su lengua acaricia mi clítoris haciéndome estremecer. Con sus labios lo atrapa y consigue tenerme a su merced. Contengo los gemidos pero no puedo reprimir los movimientos de mi cadera acercando su boca a mi. Él estimula y devora todo lo que puede a su alcance y me hace estallar en un orgasmo que me hace arquear la espalda y jadear de placer.

Eric se pone a mi altura y me coge la cara entre sus manos.

-No sabes cuanto he llegado a desear este momento, -hace una pausa -el momento en que nos entregamos el uno al otro. -me besa- sabes tan bien. Toda tú. -Me vuelve a besar y alarga el brazo para coger el preservativo. Me mira  a los ojos y mi lívido se vuelve a prender. Abre el preservativo con los dientes sin apartar su mirada de la mía y se lo coloca con destreza y a poco a poco para aumentar mi excitación -¿Estás segura? Si me dices que no, no me voy a enfadar. No quiero que te veas forzada a hacerlo, bebé -me dice con dulzura.

La oscuridad que hay en míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora