Que cuando pasara junto a las personas y ellas se rieran de mí se había vuelto tan común, que si yo mismo seria una de ellas, me reiría también.
Era patético, ordinario, era horrible. El hazme reír de cualquier chisme.
Tenia solo doce años. Dientes chuecos, anteojos de culo de botella. Demasiado flaco y bajo. Era un palo de escoba que todo lo que se ponía le quedaba grande. Todos se reían de mí.
Y más el día de la excursión, cuando uno de los "lideres" me invito a dormir con los demás "populares" a su carpa, y cuando creí que pertenecía a ellos y me quede dormido, al despertar a la mañana siguiente tenia todos los pantalones mojados con lo que parecía ser orina, pero en realidad, era agua que el líder que me invitó, Camilo, me habia tirado, y empezaron a reírse tanto que despertaron a todo el campamento y pronto, todos me habían tachado de cagón y meón.
Fue ese momento en que exploté y llegué a mi casa furioso, tirando todo lo que encontraba. Así hasta que llegó mi padre y me detuvo.
Al día siguiente tomamos el primer vuelo a Miami.
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Crónicas De Un Incomprendido
JugendliteraturToda mi vida estuve aguantando las ganas de gritarle a la gente que se calle cuando hablaba a mis espaldas. Porque sabia que seria inútil, ya que seguro me tomarían por un ratoncito gritándole a un gato a punto de comerlo. Años pasaron de mi primari...